La guerra civil española y la inmediata posguerra
Historia y sociedad
El régimen democrático de la II República Española, instaurado en abril de 1931, se vio abruptamente interrumpido por un levantamiento militar el 18 de julio de 1936. Comenzaron entonces casi tres años de guerra en el país, con incidencia desigual según las zonas, entre el bando republicano, que defendía la legalidad vigente, y el bando sublevado, que quería derrocarla. Puesto que la contienda tenía una fuerte base ideológica, tuvo una gran repercusión internacional.
Las consecuencias de la guerra para la población civil fueron devastadoras, no solo por el número de fallecidos en batalla, sino también por las penurias, migraciones forzosas y escasez de alimentos (especialmente en las ciudades) que conllevó la contienda, además del impacto psicológico en el conjunto de la población.
El 1 de abril de 1939, con la victoria del bando sublevado, la guerra finalizó oficialmente. Francisco Franco Bahamonde asumió la Jefatura de Estado y comenzó entonces la dictadura franquista, que duraría hasta la muerte del dictador, en 1975. Franco asumió todos los poderes (Jefe del Estado, del gobierno, del partido único y del ejército), se identificó el Estado con los valores del nacional-catolicismo, se prohibieron los sindicatos, las huelgas y los partidos políticos (pasó a haber un sólo partido, Falange española tradicionalista y de las JONS) y se restringieron las libertades y derechos de asociación y reunión.
El primer franquismo se caracterizó por la implantación de una violenta represión sobre la población civil. El objetivo era eliminar cualquier intento de rebelión o contestación al nuevo régimen. Se calcula que más de medio millón de personas huyeron al exilio durante e inmediatamente después de la guerra y que unas sesenta mil fueron ejecutadas entre el final de la guerra y 1945. En 1939 había más de doscientos mil presos políticos en cárceles y campos de trabajo. Unas ciento cuarenta mil personas se consideran desaparecidos de la dictadura franquista; muchos de ellos fueron ejecutados y arrojados a fosas comunes sin señalización y todavía hoy permanecen sin desenterrar ni identificar.
La represión no afectaba sólo a quienes habían ostentado cargos políticos, sino a todas las capas de la población; profesiones como maestros, funcionarios, médicos, abogados y periodistas fueron objeto de «depuración», que consistió en apartar de sus puestos a quienes no reflejaran una sólida adhesión a la dictadura, para sustituirlos por personas afectas al régimen. Se instauraron, además, leyes que afectaban directamente a la vida cotidiana, como la prohibición de llevar luto por fallecidos represaliados, la anulación de los matrimonios civiles celebrados durante la República o la invalidez del dinero emitido en zonas republicanas durante la guerra, con lo que mucha gente perdió lo que tenía.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, unos meses después del final de la guerra española, Franco declaró a España como país neutral. Aunque intentó hacer algunos acercamientos al régimen de Hitler, este consideró excesivas sus peticiones a cambio de ayuda. En 1941, el dictador español envió la llamada División azul, formada por casi cincuenta mil hombres, a luchar junto al ejército nazi para tratar de conquistar la URSS. Ante la previsible derrota de Alemania, en 1943 Franco retiró la División Azul y trató de acercarse a los países aliados.
Personas encarceladas, en prisiones o campos de trabajo, por sus ideas.
Educación y cultura
El mundo de la educación y la cultura había sido en general afín a la II República, por lo que sufrió especialmente la represión del primer franquismo. Durante el periodo republicano, la educación había dado un giro hacia principios pedagógicos modernos, liberales y europeístas, basados en una idea de escuela laica, gratuita y obligatoria para niños y niñas. Así pues, el colectivo de maestros, y especialmente las maestras, fue percibido por el franquismo como un peligro, y se recondujo por completo el sistema educativo, que se convirtió en religioso, de adoración al régimen y exaltación de la patria y con un modelo de mujer centrado en las labores del hogar y la maternidad. Las maestras y maestros del periodo anterior fueron «depurados» y las congregaciones religiosas se hicieron cargo de la enseñanza elemental y media. También el mundo de la Universidad vio cómo una gran cantidad de profesores y eminencias científicas fueron objeto de «depuración», incluso sobre quienes habían huido al exilio o muerto. Este proceso lleva considerar este periodo como un momento de destrucción de la ciencia en España.
En un país devastado por la guerra y que se adentraba en una dictadura, el panorama cultural del primer franquismo era muy pobre. Se habla de páramo cultural para referirse a este periodo, pues, sumada a la represión, la censura condicionó enormemente las creaciones. El franquismo instauró un cuerpo de censores que revisaban los libros, publicaciones periódicas, obras de teatro y las emisiones radiofónicas, televisivas (posteriormente) y cinematográficas, de manera que la población no tuviera acceso a ninguna crítica al régimen. Las obras consideradas peligrosas se prohibían en su totalidad. Del resto, se eliminaban las partes que se consideraban no aptas, o, en el cine, se llegaba incluso a cambiar el doblaje de las películas para adaptarlas a lo que se estimaba moralmente correcto. No sólo las producciones nuevas eran censuradas, sino incluso grandes clásicos de la literatura, como Madame Bovary, pasaron a considerarse libros prohibidos.
Además de la censura, la propaganda también ejercía una función política. En el cine, antes de cada película se proyectaba el No-Do (Noticiario Documental), unos reportajes donde se ensalzaba la figura del caudillo y el régimen. En las escuelas se implantó la asignatura obligatoria de Formación del espíritu nacional, con contenido diferenciado para niños y para niñas, con el fin de inculcar a los escolares la ideología nacionalcatólica. El Estado disponía además de canales radiofónicos y de unos cuarenta periódicos, que conformaban lo que se llamó «la prensa del Movimiento». La producción artística y cultural que promovía el franquismo se basaba en imágenes militares y religiosas con el fin de exaltar la grandeza imperial española y el nacional-catolicismo: estatuas y retratos de Franco, literatura de glorificación de los vencedores, vidas de santos, misales.
En el cine, sin embargo, lo que mejor funcionaba entre el público eran películas de evasión y entretenimiento: las producciones españolas más apreciadas eran amables, cómicas y sentimentales, como las de la niña cantora Marisol. Pero las preferidas del público eran las películas norteamericanas, especialmente las del Oeste, llamadas de vaqueros. También en la literatura triunfaban las novelitas menores del Oeste, al igual que la novela rosa. Además, el fútbol y los toros, para quien se lo podía permitir, completaban el ambiente de ocio. Todo ello distraía, tapaba e invisibilizaba el trauma colectivo (la guerra, los muertos, los exiliados, la miseria) en el que se encontraba en aquel momento la población, que sería denominada después como «la generación del silencio».
Muchos de los intelectuales contrarios al régimen huyeron al exilio, principalmente a Francia y a países americanos como México, Cuba o Argentina, con lo que se fue conformando a lo largo de los siguientes años una cultura del exillio republicano derivada de las obras que los escritores, artistas plásticos y cinematográficos produjeron en estos países.
Migración forzada por cuestiones políticas, ideológicas o religiosas.