Recordamos que la fricción entre los objetos que se desplazan, debido a su estructura e irregularidades en su superficie, genera una fuerza de rozamiento y se opone al desplazamiento de un objeto sobre otro. La fuerza de rozamiento es proporcional a la fuerza que sufren ambos objetos entre sí. Esta constante de proporcionalidad se denomina coeficiente de rozamiento (μ). Si están ambos objetos apoyados uno sobre el otro, esta fuerza es debida al campo gravitacional. Por lo que:
F_{\text{rozamiento}} = \mu\cdot N = \mu\cdot m\cdot g\cdot cos(\beta)
donde β es el ángulo que forma la superficie en contacto de ambos objetos con la vertical, donde está la componente del peso.
La fuerza de rozamiento puede ser beneficiosa o perjudicial, según el contexto en el que trabajemos. Por ejemplo, si queremos caminar, es necesario que haya fuerza de rozamiento entre nuestros zapatos y el suelo para así desplazar nuestro cuerpo al empujar con la pierna hacia atrás. Si estuviéramos caminando sobre hielo (con muy bajo rozamiento), se haría muy complicado, pues, al empujar con la pierna hacia atrás, el zapato deslizaría también hacia atrás y no habría desplazamiento efectivo.
Para el caso de los bloques subiendo por la rampa, la ventaja es que, al cesar la fuerza que desplaza el bloque subiendo la rampa, para descansar, por ejemplo, la fuerza de rozamiento impide que el bloque deslice hacia abajo. Sin embargo, su existencia hace necesaria una fuerza adicional para desplazar el bloque.