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TEXTO 13 | |
Virg. En. IX, 275-302 | Traducción |
«te vero, mea quem spatiis propioribus aetas (275) insequitur, venerande puer, iam pectore toto accipio et comitem casus complector in omnis. nulla meis sine te quaeretur gloria rebus: seu pacem seu bella geram, tibi maxima rerum verborumque fides.» contra quem talia fatur (280) Euryalus: «me nulla dies tam fortibus ausis dissimilem arguerit; tantum fortuna secunda haud adversa cadat. sed te super omnia dona unum oro: genetrix Priami de gente vetusta est mihi, quam miseram tenuit non Ilia tellus (285) mecum excedentem, non moenia regis Acestae. hanc ego nunc ignaram huius quodcumque pericli inque salutatam linquo (nox et tua testis dextera), quod nequeam lacrimas perferre parentis. at tu, oro, solare inopem et succurre relictae. (290) hanc sine me spem ferre tui, audentior ibo in casus omnis.» percussa mente dedere Dardanidae lacrimas, ante omnis pulcher Iulus, atque animum patriae strinxit pietatis imago. tum sic effatur: (295) «sponde digna tuis ingentibus omnia coeptis. namque erit ista mihi genetrix nomenque Creusae solum defuerit, nec partum gratia talem parva manet. casus factum quicumque sequentur, per caput hoc iuro, per quod pater ante solebat: (300) quae tibi polliceor reduci rebusque secundis, haec eadem matrique tuae generique manebunt.» |
«A ti, Euríalo, casi mi igual por la edad, respetable compañero, te tomo con todo mi corazón como compañero de mis futuras empresas. Sin ti no quiero buscar gloria alguna; ya sea en la paz, ya sea en la guerra, pondré toda _______________». Así le responde Euríalo: «Jamás en tiempo alguno desmentiré estos esforzados impulsos, ya me sea próspera, ya adversa la fortuna; pero una sola cosa te pido, que aprecio más que tus dones. Tengo una madre, del antiguo linaje de Príamo, a la cual ni la tierra de Ilión ni la ciudad del rey Acestes pudieron hacer que no me siguiera. Yo ahora la dejo ignorante de los peligros que voy a correr y sin despedirme de ella; testigos me son la noche y tu diestra de que no podría resistir al llanto de mi madre. Tú, yo te lo ruego, consuela a la desvalida, socorre a la abandonada. Déjame llevar de ti esta esperanza; con ella iré más adelantado para cualquier trance». Lloraban emocionados los troyanos, y en especial el joven Iulo, angustiado su corazón por aquella viva imagen de amor filial, y así le dijo: «Yo te prometo todo lo que merece tu heroico sentir. Tu madre será la mía y sólo le faltará el nombre de Creúsa; que no a menos da derecho el ser madre de tal hijo, sea cual fuere la suerte que te aguarda. Juro por mi cabeza, tal como hacía mi padre, que cuanto te prometo para cuando vuelvas una vez lograda tu misión, se lo cumpliré igualmente, si no vuelves, a tu madre y a tu linaje». (Traducción propia) |