La historia arranca de la manera clásica: un príncipe soltero, un sinfín de muchachas casaderas, un baile.
Bien es verdad que en una de las familias que aspiran a casar a alguna de sus hijas con el príncipe Sebastian hay ya una joven díscola: le gusta ir por libre y llevar ropa cómoda. A Lady Rohan le revienta que su madre pretenda lucirla hecha un figurín. Por eso, no duda en dar unas instrucciones algo excéntricas a la muchacha que trabaja en el taller de costura donde la familia va a encargar sus vestidos.
Frances piensa y piensa hasta que, por fin, da con una idea que le convence. El vestido para Lady Rohan está listo. Pero nadie lo verá hasta el día del baile. Cuando, llegado el día, la joven aparece, un silencio incómodo se instala alrededor.
No es, desde luego, algo que se ajuste a los gustos de la alta clase parisina: «Una abominación contra el gusto y la distinción», se dice. El propietario del taller en que trabaja Frances monta en cólera y la despide fulminantemente. Aún no ha tenido Frances tiempo de recoger sus cosas cuando un hombre viene a contratarla en nombre de un desconocido cliente que quedó muy impresionado con su diseño. Frances es conducida a la casa donde trabajará como costurera personal, pero antes de entrar en la misma le vendan los ojos hasta llegar a la habitación de la persona para la que habrá de coser.
Frances está impresionada. «¿Sois una princesa?», pregunta. «Sí. Más o menos», es la respuesta. Y, pese al asombro de Frances por verse en semejante entorno, pronto se crea un clima de confianza. (pp. 30-34)
La guardia, que no conoce el secreto del príncipe ni sabe de la presencia de Frances, irrumpe en la habitación. ¡A punto están de ser sorprendidos!
Así es como Frances empieza a trabajar para el príncipe Sebastian, y se convierte en su cómplice y amiga. Las páginas precedentes constituyen, por tanto, el planteamiento de la historia: presentación de los personajes y del conflicto. A continuación asistiremos al nudo de la historia: Sebastian, bajo el nombre de Lady Cristalia, se convierte en un referente de la noche y la moda parisinas.
Tan solo Frances y el fiel secretario del príncipe conocen el secreto de Sebastian. Pero este, antes o después, puede salir a la luz. Y ese es el riesgo que se plantea cuando Frances, en tanto que modista de lady Cristalia, es invitada a participar en los diseños de un gran desfile de moda. Si acepta, no tardará mucho en averiguarse que lady Cristalia y el príncipe Sebastian son la misma persona. Si la rechaza, el príncipe podrá mantener su secreto, pero a costa del sueño de Frances. Finalmente ambos renuncian a sus deseos: Frances rechaza la propuesta y el príncipe consiente en asumir el papel que todos esperan de él y casarse con una de las jóvenes que le han sido presentadas.
Sin embargo, llega el día de la ceremonia y el príncipe Sebastian no aparece. Los invitados, la novia, el rey, ¡todos están más que impacientes! Nadie se explica qué ha podido ocurrirle.