Al principio del siglo XX la población española creció constantemente, desde los 19 millones en 1900 hasta los 24 en 1930. No obstante, los problemas económicos y sociales obligaron a muchos a emigrar:
- Dentro del país, miles de personas se mudaron del campo a la ciudad para trabajar en las fábricas. Como resultado, ciertas ciudades crecieron rápidamente (Madrid, Barcelona, Bilbao).
- Muchos españoles emigraron a América Latina, debido al desempleo rural y a la falta de oportunidades. Una parte importante de estos emigrantes eran de Galicia. De ahí que, hoy en día, se conozca como "gallegos" a los españoles en algunas regiones americanas -como Venezuela o Argentina-, independientemente de su procedencia.
El aumento de trabajadores urbanos llevó a que estos se organizaran en sindicatos para defender sus intereses. Mientras, en el medio rural, los caciques siguieron controlando el voto de sus trabajadores. Por su parte, la clase media urbana, formada por abogados, médicos, funcionarios y empresarios, también creció.
Tanto en la ciudad como en el campo había una enorme desigualdad entre ricos y pobres. El boom económico durante la Primera Guerra Mundial hizo que muchos empresarios y banqueros se enriquecieran muchísimo, mientras que el campesinado del sur permanecía extremadamente pobre. Esta desigualdad fue una de las razones por las que algunos grupos radicales, incluyendo los anarquistas, ganaran muchos afiliados entre los campesinos y los obreros.
No obstante, el movimiento obrero consiguió algunas mejoras laborales:
- El reconocimiento legal de los sindicatos.
- La jornada laboral de 8 horas y la semana laboral de 6 días.
- El establecimiento de pensiones para trabajadores jubilados.
- Leyes para regular el trabajo femenino e infantil.