A comienzos del siglo XX, la economía española dependía básicamente de la agricultura. La mayoría de las tierras pertenecían a terratenientes, mientras que la gran parte de los campesinos eran jornaleros. Tecnológicamente, el campo español estaba atrasado y la productividad era muy baja.
Durante el siglo XIX algunas regiones españolas, como Cataluña y País Vasco, experimentaron cierto desarrollo industrial (sobre todo en el sector de los textiles, la minería y la metalurgia). Otras zonas fueron temporal y parcialmente industrializadas, como, por ejemplo, el sector siderúrgico en Málaga.
Durante las primeras décadas del siglo XX se produjeron cambios importantes en la economía:
- Mayores inversiones en proyectos de irrigación.
- La industria del acero vasca y las manufacturas catalanas y madrileñas crecieron rápidamente.
- Se construyeron presas para generar energía hidroeléctrica.
- Creció el sector bancario, sobre todo en el norte del país.
- Se hizo un importante esfuerzo por mejorar las redes de carreteras y de ferrocarriles.
Los elevados aranceles seguían protegiendo a la industria española, pero impedían que el capital extranjero invirtiera en el país, y el comercio era escaso.