Tópicos
En la poesía de los escritores renacentistas, es posible identificar una serie de tópicos, que se describen a continuación:
- Carpe diem (Horacio). Goza el presente. Hay que disfrutar de la juventud, porque el paso del tiempo lo arruinará.
Coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el vienta helado,
todo la mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
Garcilaso de la Vega
- Collige, virgo, rosas (Ausonio). Invitación a gozar del amor (simbolizado en la rosa) antes de que el tiempo robe nuestros mejores años. La rosa simboliza la virtud (galardón). Se invita a la joven amada a entregarse al amor sin temor porque el tiempo todo lo cambia (estropea) y puede que, si se demora, ya sea demasiado tarde.
[...] coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
"Soneto XXIII", Garcilaso de la Vega.
-
Descriptio puellae. La descripción retórica (en orden descendiente) de la doncella ideal (generalmente la amada): su cabello es oro, sus mejillas son rosas, cristal su frente, coral sus encías, perlas sus dientes, etc.
Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido al sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente al lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello…
Luis de Góngora
Cerca del Tajo en soledad amena
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.
Égloga III, Garcilaso de la Vega.
Mitos
Durante el Renacimiento, los poetas vuelven sus ojos al mundo clásico y en sus poemas se citan determinados mitos, que son recreados para plantear una reflexión sobre determinados temas de su interés, como el amor imposible. A continuación se muestran algunos de ellos:
- Orfeo y Eurídice. El canto de Orfeo es tan armonioso que hasta las bestias acuden a escucharlo, los árboles se inclinan para oírlo mejor, incluso las rocas se conmueven. Orfeo se enamora de Eurídice, que muere por la picadura de una serpiente. Lleno de dolor, sigue a su amante a las profundidades del Hades, donde su música quita el sufrimiento a los condenados y ablanda a las divinidades infernales. Plutón le permite reunirse con Eurídice a condición de que él le preceda y no se vuelva hacia ella hasta su regreso a la tierra, pero Orfeo no puede resistir su deseo de volverla a ver antes de salir del infierno y la pierde así definitivamente. Desde entonces llevará una vida miserable, desesperado sin remedio. Representan una historia de amor imposible.
- Polifemo y Galatea. La bella Galatea era una de las nereidas (hermosas ninfas que vivían en el mar). Enamorada del apuesto Acis, Galatea rechazaba al cíclope Polifemo. Este, al no poder conseguir a su amada, sepulta con una roca al joven Acis. Galatea, desolada, convierte su sangre en un río (Acis, Sicilia) para no separarse de él jamás.
- Dafne y Apolo. El poderoso dios de las artes y la música, Apolo, fue condenado por Eros como respuesta a las burlas recibidas. Eros disparó dos flechas, una de oro y otra de plomo. La primera haría que Apolo se enamorase perdidamente de la ninfa Dafne (hija de Peneo); la segunda flecha provocaría que Dafne rechazara eternamente a Apolo. Este la perseguirá hasta que ella suplica a su padre que la libere. Dafne se convierte en un árbol (laurel).
- Ícaro. Ícaro está encerrado en el laberinto con su padre Dédalo, por castigo de Minos. Dédalo fabrica dos pares de alas con plumas y las pega con cera. Escapan los dos, pero Ícaro, desobedeciendo a su padre, se eleva tan alto que el calor del sol hace fundir la cera que sujetaba las alas y se precipita al mar donde muere ahogado.
- Sísifo. Sísifo fue condenado por Zeus al suplicio de subir a lo alto de una montaña una enorme roca que caía de nuevo cada vez que llegaba a la cima.
- Tántalo. Tántalo, como Sísifo, debe su celebridad al suplicio que padece: sumergido hasta el cuello en un lago que estaba rodeado de un huerto. Cada vez que quiere beber, el agua desciende y, cuando quiere comer la fruta, se aleja de su mano.
- Prometeo. Es otro castigado por haber robado el fuego celeste. Zeus lo hace clavar sobre el Cáucaso, donde un águila viene cada día a devorarle el hígado. Los órganos crecen de noche para que vuelvan a ser devorados al día siguiente.
- Leandro. Leandro, amante de Hero, atravesaba cada noche el Helesponto a nado para encontrarse con ella. Sin embargo, una noche se ahoga. Cuando Hero lo sabe, se precipita al mar.
- Rey Midas. Midas, rey, obtiene de Dionisio el terrible don da convertir en oro todo lo que toca, pero pronto está amenazado de morir de hambre.
- Ave Fénix. Es un ave singular que se perpetúa (engendra a sí misma). Muere y renace de sus cenizas (muere por el fuego y nace de él).
- Faetón. Faetón es el hijo de Helios. Habiéndosele concedido un día el favor de conducir el carro de Helios a través del cielo, no sabe por su inexperiencia mantenerlo a prudente distancia de la tierra y, elevándose en exceso, resulta quemado por el sol, precipitándose al río Po.
