El comercio, que había tenido tanta actividad durante el Imperio Romano, decayó tras la caída del mismo. La inseguridad de los caminos, los innumerables impuestos, la dificultad de los transportes, las carreteras inexistentes y los animales de tiro demasiado lentes, eran los principales problemas que retrajeron el comercio al ámbito local. Todo esto dio lugar a que el comercio se redujese al trueque.
El trueque era la manera en que las antiguas civilizaciones empezaron a intercambiar excedentes, es decir, aquello que les sobraba. El principal inconveninete de este tipo de comercio es que las dos partes involucradas en las transacción comercial tenían que coincidir en la necesidad de las mercancías ofertadas.