Los reinos de taifas
En el año 1031 se produce la disolución del Califato de Córdoba y su división en multitud de pequeños reinos gobernados por élites locales, los llamador reinos de taifas. La división del califato se debe a la ya sabida heterogeneidad entre los conquistadores musulmanes. Clanes de origen bereber estaban enfrentados con otros de origen árabe, los cuales a su vez se debatían entre la fidelidad a los Omeyas y Abasíes. Las luchas por la hegemonía provocaron una atomización del poder y un debilitamiento frente a las envestidas de los reinos cristianos.
En esta época, contrasta la debilidad política con el esplendor económico y cultural de al-Ándalus. Mientras, por una parte, la división obliga a los reinos de taifas al pago de parias o tributos a los reinos cristianos para evitar sus incursiones; por la otra, la creación de multitud de pequeñas cortes provoca una redistribución de los recursos. Así, estas capitales y sus gobernantes contaban con secretarios, sabios, eruditos y funcionarios de todo tipo. De la misma manera, edificaron gran cantidad de palacios, muchos de ellos hoy destruidos total o parcialmente.
Como se ha comentado, esta etapa finalizará en el 1085, con la conquista de Toledo a manos cristianas. Ese suceso tendrá, como veremos, un gran impacto en todo al-Ándalus y el norte de África.