Por actividad económica entendemos todo aquello que realizamos para satisfacer nuestras necesidades de bienes y servicios, implicando normalmente un intercambio monetario. Durante toda la Edad Media, la inmensa mayoría de la población residía en pequeños pueblos. Por ello, la agricultura, la ganadería y la explotación forestal eran la base de la economía. Frente a esta mayoría rural, encontramos las ciudades o burgos, con una población dedicada a la artesanía y al comercio.
Nos hallamos, pues, ante una economía prácticamente de subsistencia, donde las necesidades básicas, como son la alimentación y la vestimenta, es decir, la agricultura y la artesanía del textil, ocupan a la mayoría de la población.
Tras un periodo de expansión, a partir del primer cuarto del siglo XIV se producirá la crisis de la Baja Edad Media, que supondrá un estancamiento de la población castellana y la orientación de la economía hacia la ganadería, a costa de la agricultura y la artesanía.