En el caso de la corona de Aragón, las manufacturas artesanales aumentaron por el crecimiento del mercado interior. Esto se produjo por la expansión territorial hacia el sur en un primer momento, y por el Mediterráneo posteriormente.
Así, con la creación y conquista del reino de Mallorca en el 1229 y de València en 1237, la población aumenta rápidamente, con la necesidad de productos para estas nuevas sociedades.
Posteriormente, con la incorporación de Sicilia a la corona a partir del 1262, se inicia una etapa de gran crecimiento económico. El textil, el metal, e incluso la misma construcción naval, tendrán su epicentro en Barcelona y València. Con esto se convierten en dos de las ciudades más ricas y dinámicas del Mediterráneo. Contarán, así, con una numerosa burguesía comercial, que acabará controlando el gobierno municipal en su provecho.
La peste negra de 1348 y las revueltas sociales provocaron una profunda crisis en Barcelona, de manera que el centro del comercio marítimo de desplazó a València, ciudad que atraía a gran cantidad de emigrantes.