La corona de Castilla era un territorio básicamente rural; sin embargo, una serie de ciudades organizaron y articularon el territorio, siendo la sede de actividades comerciales y artesanales. Burgos, Valladolid, Toledo o Sevilla destacaron como ciudades dinámicas y populosas. La minería del hierro y el textil fueron las principales actividades artesanales.
La minería del hierro se localiza en la ría de Bilbao y provoca un importante comercio con Inglaterra. Ligadas a estos yacimientos, surgirán las herrerías vascas, base de la posterior industria metalúrgica.
Sin embargo, la principal actividad artesanal era la elaboración de textil a partir de la lana local. En este sentido, Cuenca y Valladolid serán importantes centros productores, mientras que Medina del Campo lo será comercial, con la exportación de lana. A pesar de la gran cantidad y calidad de la materia prima local, los grandes ganaderos productores de lana preferían su exportación, de manera que la producción de tejidos elaborados apenas abastecía el mercado local, llegando incluso a importar paños de lujo de Flandes en el país de la lana.