Después de la derrota de los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa, en el año 1212, el poder peninsular pasa de manera definitiva a manos cristianas. Estos, en poco tiempo, conquistan el valle del Guadalquivir con sus principales ciudades, Córdoba y Sevilla. De esta manera, al-Ándalus quedará prácticamente reducido a las tierras de Andalucía Oriental. Ante este panorama, en 1232 Ibn Yusuf ibn Nasr se proclama emir, fundando la dinastía nazarí de Granada y reorganizando el territorio de manera exitosa.
Aprovechando la inestabilidad política de Castilla, la ayuda de los benimerines del norte de África y, gracias a la barrera natural que le brindan las Béticas, se consigue consolidar el último reducto del islam peninsular. No será hasta Alfonso XI cuando Castilla emprenda de manera sistemática la conquista de Granada. Así, a partir de la batalla del Salado de 1340, se apoderará de Algeciras y Gibraltar (1349), controlando las comunicaciones con el norte de África.
A pesar de todo ello, durante la segunda mitad del siglo XIV, Granada vivirá una época de esplendor, hasta que hacia el año 1417 se produce una época de inestabilidad y luchas civiles por el poder. Así, a partir de 1484, los Reyes Católicos inician la ofensiva final hacia la conquista del reino. En 1487 la situación ya es crítica para los musulmanes después de la conquista de Málaga. Finalmente, en 1491 se inicia el sitio de Granada, capitulando finalmente en el año 1492. Este hecho supondrá el final del último reino islámico en la península.