La sobreexplotación de los mares, causada por el gran volumen de la actividad pesquera y la utilización de técnicas industriales, ha llevado a muchos caladeros al límite de su supervivencia. Para limitar el daño, se han puesto en marcha medidas como las paradas biológicas, o períodos en los que no se se autoriza la pesca en los caladeros para se recuperen; cuotas de captura, que ponen un límite al número de ejemplares que se puede pescar en cada campaña; medidas para utilizar redes de malla más amplia y, con ello, más selectiva, etc. Se trata, como señalábamos al principio, de asegurar un futuro sostenible para nuestros océanos.
Junto a la pesca, hay otras actividades humanas que perjudican este medio. Entre ellas destaca el consumo y la gestión que, hasta ahora, hemos hecho de los plásticos. Sólo un 9% de residuos plásticos se recicla, el resto termina en el vertedero y el medio ambiente, donde se disgrega en pequeñas partículas que dañan el aire, el agua y la fauna marina. Buena parte de ese plástico termina en mares y océanos en forma de micro plásticos o, cuando son de mayor tamaño, forman los denominados "vertederos flotantes".