¿Quién sabe qué?
Fíjate en estas dos oraciones:
Tengo qué beber. / Tengo que beber.
Puede parecer que dicen lo mismo, pero no es así. La primera oración indica que tiene algo para poder beber; en la segunda oración se indica que necesita o tiene que beber.
Os ha sorprendido, ¿verdad? Es que a veces las tildes nos dan lecciones sobre la necesidad de tener en cuenta la acentuación de las palabras para no perder el significado real de lo que leemos o para trasmitir lo que realmente queremos decir.
Esto es lo que ocurre con los interrogativos (qué, cuál, quién, cómo, cuándo, cuánto, dónde) y los exclamativos (qué, quién, dónde, cuándo cuánto y cómo). Para diferenciarlos de sus homónimos se les coloca la tilde diacrítica.
Uso de la tilde diacrítica
Se emplea a fin de diferenciar en la escritura ciertas palabras de igual forma, pero distinto significado, que se oponen entre sí por ser una de ellas tónica y la otra átona. Pertenecen a categorías gramaticales diferentes.
Palabras que se escriben igual o que se escriben diferente y suenan igual, pero tienen significados distintos.