El viaje del producto final
¿Sabemos qué transformaciones tiene un producto hasta que llega a nuestras manos?
¿Sabes cómo se hace un yogurt? ¿Has tenido curiosidad por cómo se fabrican las pinturas de tu estuche? ¿Cuántas fases de cambio puede tener un tomate desde que se recoge en una huerta hasta que pones un poco de ketchup en tu plato favorito?
Ya hemos comentado cómo el ser humano transforma las materias primas para obtener otros productos de consumo o finales, los cuales mejora el crecimiento y desarrollo de la sociedad. Los productos agrícolas sobre todo, son consumidos muchos de ellos sin tener grandes transformaciones, simplemente se escogen para que cumplan las normativas sanitarias de la Unión Europea y se presentan en el mercado con el envase requerido.
Otros muchos productos, sin embargo, necesitan procesos de transformación. A veces, es suficiente con que una sola industria sea la que se ocupe de procesar el producto, sobre todo las industrias que se dedican a la alimentación, el textil, las farmacéuticas y químicas de productos cotidianos como cosmética o productos de higiene.
Para la transformación de los productos tenemos en cuenta los siguientes tipos de industrias:
- Industria pesada: son aquellas que extraen y transforman materia prima en grandes productos tipo a grandes máquinas, siderurgia, petroleras, etc.
- Industria ligera: es una industria con menor capital que normalmente transforma productos orientados directamente al consumo, como las de tipo alimentación, textil, etc.
- Talleres de artesanía: son aquellos talleres pequeños, casi en desaparición, que mantienen la utilización de técnicas tradicionales. Son productos hechos a mano, cuidando en muchas ocasiones el tratamiento de la materia prima. Son aquellas actividades que realizan los artesanos.
- Industria energética: que transforma materia prima en formas de energía útiles, como por ejemplo, a partir de la fuerza del viento se obtiene energía eléctrica.
- por último la Construcción, que transforma elementos naturales o incluso ya elementos elaborados para construir estructuras como edificios, carreteras, túneles o puentes.
El producto que queda transformado continúa en un proceso de embalado o empaquetado, de modo que en el transporte no sufra ningún desperfecto. Una vez que llega al destino para su venta, se expondrá al usuario para su consumo que deberá intercambiarlo por su valor económico.