Saltar la navegación

La prosa de ficción

Un siglo sin novela

El siglo XVIII se conoce en España como el siglo sin novela debido, principalmente, a tres razones:

  • El estilo cultivado en el Barroco seguía influenciando a los escritores de la época, lo que dificultaba la renovación.
  • Las novelas tenían una clara función didáctica que condicionaba toda su estructura narrativa.
  • La censura se mostraba implacable con aquellos textos susceptibles de atentar contra la moral y las buenas costumbres.

Desde el punto de vista estilístico, la literatura de la Ilustración presenta tres etapas bien diferenciadas. La primera mitad del siglo alumbra novelas enfocadas al público burgués. Son obras poco innovadoras que imitaban los modelos exitosos del pasado, como la novela picaresca o los rasgos referenciales de las obras de Cervantes. El objetivo era presentar una literatura de evasión, amena, útil y amable.

Sin embargo, a partir de 1750, una serie de lectores mostraron gran interés por la narrativa de ficción. Este hecho propició una novedad inesperada: la traducción de obras extranjeras, que gozaron de una enorme popularidad entre los lectores. Gracias a esta serendipia, los traductores fueron ganando en relevancia y comenzaron a especializarse, lo que sin duda mitigó la escasez de producción de obras nacionales.

La novela sentimental y educativa será fundamental en los últimos años del siglo gracias a la influencia de autores como Rousseau, quienes plantean un nuevo modelo de ideas fundamentadas en la racionalidad. En este caso, la formación moral adquiere una gran importancia y es esta la esencia que se intentará captar en unas obras enfocadas, principalmente, a los lectores más jóvenes.

En las siguientes secciones se analizará a uno de los autores más relevantes de cada periodo.

Un burgués disfrutando de la lectura
Wikimedia Commons/A. Canella. The reader (Dominio público)

Primera mitad de siglo: Diego Torres de Villarroel

Diego Torres de Villarroel (1694-1769) es uno de los exponentes más importantes de la primera mitad del siglo XVIII. A pesar de que su prosa está muy influenciada por las formas barrocas, en su estilo comienza a vislumbrarse una sólida raíz burguesa. Así, en 1727 escribe una de sus novelas más importantes, la primera parte de las Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la corte. 

Torres de Villarroel recrea una serie de encuentros con el autor barroco en los que se dedican a observar el comportamiento de las personas que pululan por la corte. La obra tiene una marcada influencia satírica, un rasgo de la literatura de Quevedo, y es un documento que trata de retratar los vicios y defectos de barberos, cocineros, boticarios o sastres, entre otros gremios. La crítica es feroz y, en ocasiones, raya la caricatura.

Retrato del autor ilustrado Diego Torres de Villarroel
Wikimedia Commons/Biblioteca Nacional de España. Diego Torres de Villarroel (Dominio público)

Segunda mitad de siglo: el padre Isla

Una de las obras más relevantes de José Francisco de Isla (1703-1781), más conocido como padre Isla, es Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas. La primera parte de la novela se publicó en 1758, mientras que la segunda vio la luz clandestinamente diez años después debido a problemas con la Inquisición

El padre Isla presenta la historia de Gerundio, un joven que después de finalizar sus estudios en humanidades decide hacerse fraile. Gerundio es una persona con una gran aptitud para la oratoria y evoluciona hasta convertirse en un orador tan cómico como insustancial. Esta es la intención que pretende retratar el padre Isla: los discursos vacíos e irrelevantes, sin ninguna intención pedagógica. Asimismo, es una obra que carga contra la Iglesia, lo cual explica los problemas con la censura.

Escultura del busto del padre Isla
Wikimedia Commons/Lariob. Padre Isla (CC BY-SA)

Últimas décadas del siglo XVIII: José Cadalso

José Cadalso (1741-1782) fue uno de los primeros autores dieciochescos que trató de escapar de los modelos estilísticos precedentes. Su obra más conocida es Cartas marruecas, escrita en 1774 pero publicada de forma póstuma. La obra va más allá de la narrativa de ficción, pues su intención es plasmar por escrito una crítica constructiva de la España ilustrada desde una perspectiva patriótica.

Cartas marruecas recoge la correspondencia entre los tres personajes de la obra: Gazel, un joven de origen marroquí que emigra a España; Nuño, el primer contacto español de Gazel, quien le ayuda en los primeros compases de su estancia y le inicia en las costumbres y cultura de su país de acogida; y Ben Beley, un hombre sabio de origen marroquí. Él fue quien educó a Gazel y y quien terminará acogiéndole.

Con esta novela epistolar, Cadalso teje un minucioso y demoledor retrato de la sociedad del momento y lo hace a través de las miradas urgentes y juveniles de un foráneo y de un nativo, mientras que Beley aporta un necesario contrapunto imparcial lleno de sabiduría.

Detalle de una edición de Cartas Marruecas, de José Cadalso
Wikimedia Commons/José Cadalso. Cartas marruecas (Dominio público)