Algunos apuntes sobre la obra de Galdós
Por su carácter realista, las obras de Galdós ofrecen un magnífico retrato de la sociedad española de su época, ahondando en la profundidad psicológica de los personajes.
El autor realiza, en este sentido, retratos de ambientes que parecen cuadros, por la fidelidad en la descripción. Aparecen diferentes espacios, tanto rurales como urbanos, pero Madrid se presenta como la gran ciudad, en la que las clases medias encuentran el mejor hábitat para desarrollarse y crecer. Así lo refleja Galdós en sus obras, aunque no quiere decir que no trate a los otros grupos sociales, ofreciendo una completa reflexión sobre la condición humana: aristócratas, que tuvieron poder y dinero y ya no tienen; burgueses, que por su dinero pretenden imitar los modelos de vida de la nobleza; comerciantes y prestamistas, que solo piensan en el dinero; funcionarios, que pretenden conseguir una buena vida en la Administración; clases populares, que realizan su actividad en la calle y sobreviven como pueden.
A través de la mirada de un narrador omnisciente que, a veces, se mueve de la historia principal para realizar digresiones o valoraciones para llegar mejor al lector, que valora o ironiza, Galdós no solo se fija en las condiciones materiales de la vida de la gente, sino también en los sentimientos: dolor, aspiraciones, ilusiones, amor, fantasías, frustraciones, miedos…
Galdós bebe de diversas fuentes, como gran lector que era: por supuesto, de escritores realistas extranjeros como Balzac, Dickens, Dostoievski o Tolstoi; pero también de clásicos de la literatura española como Miguel de Cervantes, de quien aprende la ironía.
El lenguaje en sus obras es llano, sencillo y ágil, aunque elaborado. Lo más significativo es que sus personajes reflejan en su forma de hablar su condición. Esto puede verse gracias a la preferencia por el estilo directo en sus obras.