Saltar la navegación

La lírica y el teatro realistas

Poesía y teatro realistas

En el Realismo se impone la novela, ya que el teatro se centra más en la comedia burguesa y la lírica es, por sus propias características, menos versátil para el reflejo de la realidad. La poca que se cultiva se aproxima a los temas cotidianos.

La poesía realista debe entenderse en el contexto en el que se escribe, un momento en el que la burguesía quiere imponer su forma de vida como modelo a seguir y en el que la cultura y la política tienen papeles principales. Es una poesía moralizante, que exalta los valores familiares y religiosos. Podemos distinguir dos grandes corrientes poéticas realistas:

  • La poesía realista antirretórica buscaba alejarse de las formas románticas, a través de un lenguaje prosaico y huyendo de la carga ornamental propia del género. Su mayor representante es Ramón de Campoamor, que cultiva una poesía que busca el sentido común, el pragmatismo y el reflejo de las ideas burguesas imperantes en la época.
  • La poesía realista grandilocuente, cuyo autor más conocido es Gaspar Núñez de Arce, conserva poemas con un tono cercano a la oratoria política de la época.

No podemos olvidar que, durante la segunda mitad del siglo XIX, se sigue cultivando poesía posromántica, cuyos autores más señalados son Rosalía de Castro y Gustavo Adolfo Bécquer. Su obra huye de la retórica romántica a través de la simplificación en la forma.

Dos máscaras de tragedia y comedia
Pixabay / Clker-Free-Vector-Images. Tragedia y comedia (Pixabay License)

Aunque de forma menos significativa, el teatro también se aleja del Romanticismo para reflejar la sociedad burguesa y sus ideales, clase a la que van dirigidas las obras. El teatro se convierte en un acontecimiento de encuentro social, así que los aristócratas y los burgueses comparten espacio. Distinguimos, dependiendo a la clase social a la que vaya dirigido, tres tipos de obras:

  • Alta comedia: obras dirigidas al público burgués, en las que aparecen personajes con poco desarrollo psicológico y con un carácter moralizante muy marcado: los conflictos familiares que son resueltos suelen ocupar los argumentos. Un autor representante de este subgénero es José Echegaray, primer premio Nobel de Literatura español.
  • Zarzuela: dirigidas al público más popular, en las que la música se convierte en un acompañamiento perfecto para el hilo narrativo de las piezas.
  • Género chico o teatro por horas: también dirigidas al público más popular, son fragmentos de obras literarias de mayor longitud. Tienen una duración menor que las grandes obras (una hora) y, por lo tanto, un menor coste de producción y de entrada. Tienen poco valor literario.

Profundiza. Otra vez "La Gloriosa"

Tanto el teatro como la poesía no son los géneros predominantes en el movimiento artístico realista, pero tuvieron sus cultivadores, como ya hemos visto. Lee el siguiente texto y señala los autores estudiados en la teoría del apartado anterior y a los que no aparecen. Después, busca información sobre su obra y la repercusión que tuvo en la época.

LAS HUELLAS DE 1868 EN LA LÍRICA Y EL TEATRO

Bécquer debió de vivir con notable incertidumbre la revolución de 1868, la “Gloriosa”, jalón decisivo de la contemporaneidad española, porque era un protegido del ministro Luis González Brabo a quien debía su puesto (que perdió, obviamente) de “censor de novelas”. También Ramón de Campoamor, veterano del gran año romántico de 1840 y protegido de Espronceda, hubo de ver con aprensión desde México, donde residía, el final del tiempo isabelino en el que se había hecho más conservador y desconfiado; sin embargo, su filosofía de andar por casa, su humor zumbón y su preferencia por una poesía sencilla y directa encajó muy bien, ya que no en la euforia revolucionaria, sí en la inevitable resaca de desencantos que la sucedió hasta la restauración de 1875. [...] El fervor de la revolución debió haber sido asunto del negociado de Gaspar Núñez de Arce, quien redactó el campanudo “Manifiesto a la nación” que la preludió, pero su libro de poemas de 1875, Gritos del combate (ampliado con el mismo título en 1887 y precedido de un interesante “Discurso sobre la poesía”), más bien acreditó su horror al desorden y la denominación de “poeta de duda” que le dieron sus contemporáneos [...]

Y es que, sin duda, los mejores poetas del momento eran de regiones bilingües: la gallega Rosalía de Castro llegó a Madrid en 1856 y dos años después se casó con el periodista e historiador Manuel Murguía, adalid del movimiento regionalista, a quien había conocido en el Liceo de la Juventud de Santiago. Su primer libro en su lengua materna, Cantares gallegos, la colocó a la cabeza de los poetas peninsulares que se acercaron a los modos de la copla popular; Follas novas, prologado por Emilio Castelar, fue un conjunto más complejo e inquietante cuyas cuatro secciones enuncian los límites de su mundo: “Vaguidades” y “Do íntimo”, “Da terra” y “As viúvas dos vivos y as viúvas dos mortos”. Su pesimismo y su densidad se afianzaron en su último libro, A las orillas del Sar, escrito en castellano.

El teatro vinculado a las jornadas de 1868 no dio frutos muy excelsos: la que se llamó “alta comedia”, por sus tramas presuntamente osadas, sus interiores aristocráticos y el cuidado de sus versos, tuvo su referente en Adelardo López de Ayala, que trató de los males de la murmuración en El tejado de vidrio y de la insatisfacción femenina en Consuelo, muy lejos del paradigma de las heroínas coetáneas de Ibsen. López de Ayala fue uno de los fautores de la revolución del 68 pero su rival en el género de la “alta comedia”, Manuel Tamayo y Baus, fue carlista, aunque La bola de nieve se parece mucho a El tejado de vidrio; más original fue Un drama nuevo, donde la ficción representada y la realidad se entrecruzan trágicamente en una recreación del ambiente de la compañía teatral de Shakespeare. El trono vacante de ambos autores lo heredó otro político de nota y hombre de ciencia, José de Echegaray, cuyos dramas neorrománticos y crispados conocieron un gran éxito, no solo español: su obra más conocida, El gran galeoto, trató -una vez más- de los peligros de la opinión ajena y de la indefensión de las vidas privadas. Echegaray obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1905, a la par que Fréderic Mistral, y su homenaje nacional fue replicado acerbamente por un manifiesto de los escritores jóvenes, encabezados por Azorín.

José Carlos Mainer. Historia mínima de la literatura española. Turner

Crea: Doloras

El Diccionario de la lengua española (D.L.E.) de la Real Academia define la dolora como "breve composición poética creada por el escritor español Ramón de Campoamor, que encierra una enseñanza moral". Normalmente, las doloras tienen carácter dramático y encierran un contenido moral.

Lee los siguientes fragmentos de "El concierto de las campanas", de Ramón de Campoamor, que pertenece a su obra Doloras, e intenta crear una "dolora" o poema similar, de estilo realista. La "dolora" no tiene por qué estar ambientada en el siglo XIX, sino que puede tratar un tema actual.

Si necesitas leer otros poemas realistas, puedes pinchar aquí y disfrutar de algunos del mismo autor y de otros, como Gaspar Núñez de Arce.

Papel y bolígrafos
Pixabay / Abdouj. Para escribir (Pixabay License)

Por un “nacido” allí imploran,
y aquí por un “muerto” lloran.
Cuando allí tocando están:
“¡din don, din dan!”
tocan aquí en bronco son:
“¡din dan, din don!”. […]
 
¡Ay, cuán falsamente unida
va con la muerte la vida!
¡Qué inútil es nuestro afán!
“¡Din don, din dan!”
¡Qué breves las dichas son!
“¡Din dan, din don!”.

Ramón de Campoamor. Doloras. Fuente: cervantesvirtual.com