Lee los dos fragmentos siguientes del episodio nacional "La Primera República", de Benito Pérez Galdós:
Este es el comienzo del episodio:
Venid acá otra vez, fieles parroquianos de estas páginas, y escuchad la voz de aquel buen Tito, entrometido indagador de cosas y personas, familiar diablillo que os entretuvo con la vaga historia del Rey saboyano; venid acá otra vez, y os contará cómo saltó España del trono mayestático al tablado de la República, las fatigas, desazones y horribles discordias que afligieron a esta Patria nuestra, tan animosa como incauta, y por fin, el traqueteo nervioso y epiléptico que la precipitó a su desdichada caída.
Reconocedme, soy el mismo: chiquitín, travieso, enamorado, con tendencias a exagerar estas cualidades o defectos, si es que lo son. Mi estatura parece que tiende a empequeñecerse más cada día; la agilidad de mi espíritu y de mis movimientos toca ya en lo ratonil, y en cuanto a mis inclinaciones y aptitudes donjuanescas, debo decir que vivo en constante combustión amorosa.
Así se presentan los acontecimientos históricos:
Toda la marejada, todos los dimes y diretes que se produjeron entre la Asamblea Nacional y el Gobierno, cuando este quiso disolver las Cámaras para convocar Cortes Constituyentes, se iban reflejando en el despacho de mi Jefe, y aunque yo no presencié las frecuentes entrevistas con Figueras, Salmerón, Orense, Estévanez y otros primates de la República, se vio bien claro que los federales ganaban la partida. Martos, con su guerrilla de cimbrios, quedaba por segunda vez vencido. El 4 de Marzo se leyó en las Cortes un Proyecto de Ley, suspendiendo las sesiones y convocando las Constituyentes para el 1.º de Mayo. La Asamblea Nacional debía continuar deliberando hasta votarse definitivamente las Leyes de Abolición de la Esclavitud, de las Matrículas de Mar y sostenimiento de cincuenta Batallones Francos.
Aunque en Gobernación había yo visto a mi amigo Estévanez más de una vez, rabiaba por encontrarme con él a solas para oír de su boca opiniones y juicios que me orientaran acerca de la situación. Una tarde le visité en su morada oficial, y me recibió tan alegre y afable como antes, cuando me refería sus andanzas facciosas en Sierra Morena. En la puerta de su despacho vi el cartelito que le dio fama en aquellos días y que revelaba en don Nicolás tanto ingenio como entereza. El papelito, pegado con obleas, decía mutatis mutandis: Aquí no se dan destinos, ni recomendaciones, ni dinero, ni nada. Hablando con mi amigo de esta humorada, me dijo riendo: «No creas, Tito, que se compone de republicanos la nube de pedigüeños. Son más bien los cesantes de los partidos viejos, el detritus de la política, los innumerables moscones aburridos y famélicos que hacen imposible la vida oficial. He tenido que ahuyentarlos con esa tufarada de azufre. A pesar del cartelito vuelven, zumban y pican».
Benito Pérez Galdós, La Primera República, cervantesvirtual.com
Ahora te toca a ti: ¡El episodio nacional de tu vida! Escribe un cuento en el que, de forma realista, cuentes un episodio de tu vida que te haya marcado, intentando contextualizarlo con los acontecimientos históricos que hayas podido vivir.