Clarín dedicó su vida a la narrativa literaria, aunque la combinó, sobre todo, con la publicación de artículos periodísticos y de crítica literaria. Escribió, además, poesía en su juventud y un único drama, Teresa, publicado en 1895, que refleja las preocupaciones del autor durante el final del siglo.

En sus años universitarios, sus artículos periodísticos estaban marcados por el fuerte krausismo, debido a su relación  académica con Giner de los Ríos, introductor de esta corriente de la enseñanza en España. Se oponía a la Restauración borbónica y demostraba su compromiso republicano.

Poco a poco, pasó, en sus escritos periodísticos, de una actitud más idealista a otra más espiritualista, en consonancia con el momento que vivía al final del siglo XIX (y la influencia de escritores como Tostoi). 

Escribió Folletos literarios entre 1886 y 1891, que dedicó a crítica literaria sobre libros de clásicos y de actualidad. Por un lado, escribió artículos de crítica más satírica y, por otro, de crítica más seria. La finalidad de estos artículos era el desarrollo cultural del pueblo. Denunciaba, por ello, las obras y autores de mala calidad (era muy crítico con los jóvenes modernistas) y alababa lo que considera bueno de la literatura española y extranjera de su tiempo. Hablaba, en este sentido, inglés y francés y conocía bien la literatura escrita en estas lenguas, así como la literatura rusa, alemana e italiana a través de traducciones.

Fue un admirador de Balzac, Flaubert y Zola; pero, sobre todo, de Galdós. Estimaba, asimismo, la obra de Valera y Pereda.