Aplica: un invento fascinante
Clarín escribió poco más de cien cuentos. Muchos los publicó en prensa, como era costumbre en la época. Algunos de estos y otros fueron recogidos en obras como El Señor y lo demás, son cuentos (1893) o El gallo de Sócrates (1901).
Escribió relatos satírico-burlescos, que suelen tomar como punto de partida la caricatura de un tipo de personaje y tienen carácter costumbrista (reflejan la vida cotidiana); y otros más reflexivos, en los que el escritor demuestra su sensibilidad y sus preocupaciones personales (como el amor o el egoísmo de la gente). Los relatos se desarrollan fundamentalmente en Madrid o en el campo asturiano.
Lee el siguiente fragmento de "¡Adiós, Cordera!", relato que aparece en su obra El Señor y lo demás, son cuentos y contesta a las preguntas de abajo:
La primera vez que la Cordera vio pasar el tren, se volvió loca. [...] Poco a poco se fue acostumbrando al estrépito inofensivo. Cuando llegó a convencerse de que era un peligro que pasaba, una catástrofe que amenaza sin dar, redujo sus preocupaciones a ponerse en pie y a mirar de frente, con la cabeza erguida, al formidable monstruo; más adelante no hacía más que mirarle, sin levantarse, con antipatía y desconfianza; acabó por no mirar al tren siquiera.
En Pinín y Rosa la novedad del ferrocarril produjo impresiones más agradables y persistentes. Si al principio era una alegría loca, algo mezclada de miedo supersticioso, una excitación nerviosa, que les hacía prorrumpir en gritos, gestos, pantomimas descabelladas, después fue un recreo pacífico, suave, renovado varias veces al día. Tardó mucho en gastarse aquella emoción de contemplar la marcha vertiginosa, acompañada del viento, de la gran culebra de hierro, que llevaba dentro de sí tanto ruido y tantas castas de gentes desconocidas, extrañas.
[...]
Al día siguiente, muy temprano, a la hora de siempre, Pinín y Rosa fueron al prao Somonte. Aquella soledad no lo había sido nunca para ellos, triste; aquel día, el Somonte sin la Cordera parecía el desierto.
De repente silbó la máquina, apareció el humo, luego el tren. En un furgón cerrado, en unas estrechas ventanas altas o respiraderos, vislumbraron los hermanos gemelos cabezas de vacas que, pasmadas, miraban por aquellos tragaluces.
-¡Adiós, Cordera! -gritó Rosa, adivinando allí a su amiga, a la vaca abuela.
-¡Adiós, Cordera! -vociferó Pinín con la misma fe, enseñando los puños al tren, que volaba camino de Castilla.
Y, llorando, repetía el rapaz, más enterado que su hermana de las picardías del mundo:
-La llevan al Matadero... Carne de vaca, para comer los señores, los curas... los indianos.
-¡Adiós, Cordera!
-¡Adiós, Cordera!
Y Rosa y Pinín miraban con rencor la vía, el telégrafo, los símbolos de aquel mundo enemigo, que les arrebataba, que les devoraba a su compañera de tantas soledades, de tantas ternuras silenciosas, para sus apetitos, para convertirla en manjares de ricos glotones...
-¡Adiós, Cordera!...
-¡Adiós, Cordera!...
Leopoldo Alas "Clarín": El Señor y lo demás, son cuentos, cervantesvirtual.com
- ¿Quién es "Cordera"? ¿Cómo actúa ante la novedad del ferrocarril?
- ¿"Cordera" es un alias o apodo, o un seudónimo? ¿O simplemente un nombre?
- En los fragmentos del cuento, divididos por el signo "[...]" aparecen dos momentos de la acción bien diferenciados. ¿Qué le ha pasado a Cordera?
- ¿A qué tipo de relatos, de los que hace Clarín, pertenece "¡Adiós, Cordera!"?
- ¿Recuerdas algún momento como el que viven los protagonistas con el ferrocarril? Piensa en un invento que te ha dejado fascinado/a (puede ser cuando eras pequeño/a) y describe cómo recuerdas o sientes esas emociones. ¿Qué invento que aún no existe te causaría una impresión similar? Argumenta tu respuesta y ejemplifica con fragmentos del texto.