La primera guerra carlista fue un conflicto dinástico y político. Se trató, así, de una lucha por la defensa de los derechos de ambos pretendientes al trono y el enfrentamiento entre dos facciones políticas: absolutistas y liberales.
Los carlistas, partidarios del hermano de Fernando VII, sustentaban su poder en los sectores tradicionales de la sociedad: clero, aristocracia rural, amplios sectores del ejército y parte el campesinado de las zonas con legislación foral, es decir, parte de Castilla la Vieja, provincias de las Vascongadas y Navarra, ya que a estas últimas les sería permitido mantener su fueros (leyes y privilegios locales establecidos en la Edad Media).
El carlismo nunca llegó a tener poder en las grandes ciudades y se centró las zonas rurales del norte de la península ibérica y en el Maestrazgo. Al mando de las tropas carlistas estuvieron los generales Zumalacárregui (muerto en el asedio de Bilbao) y Cabrera. No existieron batallas en campo abierto, sino que se trató de una guerra de guerrillas, expediciones por la península y continuos hostigamientos a las tropas isabelinas.
El 31 de agosto de 1839, los generales Maroto (carlista) y Espartero (isabelino) pusieron fin a la contienda con el "Abrazo de Vergara".