Durante la Guerra de la Independencia, los patriotas formaron las Juntas locales y provinciales de defensa para la organización de la resistencia contra los franceses. También crearon un gobierno representativo y la Junta Suprema Central. Estos organismos convocaron las Cortes Generales y Extraordinarias en Sevilla. Al estar la capital hispalense ocupada por los franceses, se celebraron definitivamente en Cádiz en 1810, única ciudad no ocupada por los franceses. Finalmente, tras un año y medio de reuniones, se promulgó una Constitución el 19 de marzo de 1812. Y, por ser el día de san José, pasó a ser conocida popularmente como "La Pepa".
En sus artículos quedaron recogidos los principios básicos del liberalismo:
- Soberanía nacional: el poder residía en la nación.
- Sufragio universal masculino.
- División de poderes: ejecutivo (ejercido por el rey y el gobierno), legislativo (ejercido por las Cortes) y judicial.
- Reconocimiento de la igualdad ante la ley y de las libertades individuales.
- Supresión de la tortura y de la Inquisición.
- Abolición de los gremios.
La Constitución de 1812 no puedo ser aplicada por dos motivos: el estado de guerra en el que estaba sumida España en un primer momento y, posteriormente, por su abolición tras la restauración del absolutismo en la figura de Fernando VII en 1814. Sin embargo, se mantuvo como una referencia del espíritu liberal durante casi todo el siglo XIX, así como un modelo para Constituciones liberales y burguesas posteriores. Además, se convirtió en el punto de inicio del constitucionalismo español.