La primera fase del proceso independentista americano comienza en en 1808, como consecuencia del vacío de poder generado por el no reconocimiento de José Bonaparte como monarca. Fue así como el poder recayó en las Juntas de Gobierno, y comenzó una autogobernanza de los diferentes territorios de la América hispana.
En un principio, estas Juntas reconocían el poder de Fernando VII y rechazaban la invasión napoleónica de España. Pero, poco a poco, las ideas liberales y de independencia calaron en la burguesía criolla y comenzaron a convertirse en organismos autónomos que se negaron a reconocer la autoridad de la Junta Suprema Central. Finalmente, los nuevos organismos que gobernaban los territorios americanos destituyeron a las autoridades españolas de los virreinatos y las capitanías generales, declarándose repúblicas independientes.
En México, con el llamado “Grito de Dolores” (1810), se iniciará el camino hacia la independencia. En este acontecimiento, el cura Miguel Hidalgo protagonizó en la localidad de Dolores (Guanajuato) una arenga contra el dominio español, llamando al levantamiento armado contra el virrey.
En esta primera etapa, algunos militares o caudillos desempeñaron un papel fundamental a la hora de enfrentarse a las autoridades españolas. De entre ellos destacaron José de San Martín en Argentina y Simón Bolívar y Antonio José de Sucre en Venezuela.
En 1814, una vez terminada la Guerra de Independencia y repuesto Fernando VII en el trono, España tomó de nuevo el control. El monarca envió tropas a América y restauró el poder realista en todos los territorios salvo el Río de la Plata y Venezuela.