Romántico, romanesco y romancesco: un viaje etimológico
¿Cuál es el origen del término Romanticismo? A pesar de ser un concepto familiar con el que hemos convivido con naturalidad, el camino para convertirse en el estándar que define a la corriente literaria más importante del siglo XIX no fue sencillo:
- En la Francia del siglo XVI se empleaba el vocablo romanesque ("romanesco" en castellano) para definir todo aquello que resultara fantasioso, poco creíble, novelesco. De hecho, el adjetivo proviene de la voz roman (novela). Es curioso que su uso haya evolucionado hasta mutar en otro término muy extendido entre nosotros: peliculero. Como se puede apreciar, esta expresión, contemporánea a todos los efectos, todavía mantiene la connotación negativa que adquirió hace cinco siglos.
- Cien años después, en la Inglaterra del siglo XVII, surge el adjetivo romantick, que se aplica a paisajes naturales ásperos, poco cuidados, llenos de maleza y, en apariencia, inaccesibles debido a sus características. La palabra acabará llegando a Francia bajo el nombre de romantique.
- En el país galo, ambos términos convivirán; mientras que romanesque mantiene su sentido fantástico, a romantique se le otorgará una eminente connotación positiva relacionada con la libertad, con lo natural, e irá asociada a toda la grandiosidad que ello conlleva.
- ¿Qué sucedió en España? A principios del siglo XIX coinciden tres vocablos etimológicamente relacionados: romanesco, romántico y romancesco. Estos adjetivos mantienen la esencia de sus referentes europeos y se utilizan para describir episodios fantasiosos, novelescos, que presentan un aire extraño fruto de la imaginación de su creador. Se sacrifica deliberadamente la verosimilitud en favor de una narración heroica de los hechos, lo que implica un cierto grado de excentricidad.
- Finalmente, las voces Romanticismo y romántico son las que acaban imponiéndose. A pesar de que la connotación negativa adquirida en sus orígenes seguía latente, los autores decimonónicos obviaron por completo los prejuicios con los que se utilizaba el término y, gracias al estilo literario visceral e intenso con el que afrontaron sus creaciones, en la lengua coloquial de hoy en día se utiliza romántico con un sentido de pasión y de ardimiento.