El Congreso de Viena reorganizó las fronteras europeas en favor de los grandes imperios absolutistas, como el ruso, turco o el austriaco. En los acuerdos tomados en estas reuniones, no se tuvo en cuenta la identidad nacional de diferentes pueblos, de manera que todo esto derivó en unas revoluciones liberales con un claro componente de reivindicación nacionalista.
Estos nacionalismos surgieron en el siglo XIX basándose en el concepto de nación; es decir, cada pueblo se considera a sí mismo como una nación y debe tener derecho a crear un Estado independiente. Este concepto de nacionalismo nació por la influencia de las ideas la Revolución Francesa.
¿Cuál es el concepto de nación? Desde el punto de vista del nacionalismo, una nación es un conjunto de personas que tienen en común una cultura, una historia compartida, una misma lengua y el deseo de constituirse en Estado nacional e independiente. Esto supondía un riesgo para la existencia de los grandes imperios europeos, entre ellos Rusia y Austria, y un mayor equilibro en las potencias continentales.
Durante el siglo XIX se dieron dos tipos de nacionalismo en Europa:
- Nacionalismo de separación o movimiento nacional centrífugo: estados que lucharon por su independencia contra los grandes imperios europeos. El ejemplo más claro de este nacionalismo será el de Grecia.
- Nacionalismo de unión o movimiento nacional centrípeto: estados que trataron de unirse para crear un estado más grande. Son estados que, aunque separados, han tenido una historia, lengua e identidad común y se unen para la construcción de un estado mas fuerte y poderosa. Los ejemplos más importantes fueron Italia en 1870 y Alemania en 1871.