Tras la guerra, la creación de la nueva nación, los Estados Unidos de América, supuso el surgimiento del primer estado fundado sobre los valores e instituciones derivadas del pensamiento liberal y la Ilustración. El primer presidente del nuevo país fue el general George Washington, héroe de la Guerra de la Independencia.
El nuevo estado se fundamenta sobre el reconocimiento de una serie de derechos innatos de las personas: vida, propiedad privada, libertad de expresión, libertad de asociación, igualdad, defensa legal y libertad de religión. Estos derechos son naturales, individuales, indivisibles e intransferibles.
La Constitución de los Estados Unidos, aprobada 1787, estableció la forma de gobierno del nuevo estado en una república federal. Esta reconoce a los distintos estados que conforman la nación la autonomía para gobernarse a sí mismos, pero existen unos acuerdos comunes en política exterior, Constitución y ejército. El documento también establece la división de poderes de la nación: el legislativo recae sobre el Congreso, compuesto por la Cámara de representantes y el Senado; el judicial en manos del Tribunal Supremo; y, por último, el poder ejecutivo lo ostentará el Presidente de los Estados Unidos, que será elegido cada cuatro años. Esta constitución sigue vigente hoy en día, aunque ha sido modificada posteriormente a su redacción a través de enmiendas.