La poesía y los poetas cultos del siglo XV
Los autores más destacados del siglo XV son el marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique, en los cuales nos detendremos con un apartado para cada uno de ellos. Otros poetas notables fueron Fernán Pérez de Guzmán (c. 1376-1460), sobrino del canciller Ayala, y Gómez Manrique (1412-1490), sobrino del marqués de Santillana y tío de Jorge Manrique.
Junto a la obra de estos poetas, destaca una obra anónima, la Dança general de la muerte castellana, compuesta a finales del siglo XIV. Su versión impresa ampliada se realizó en Sevilla en 1520. Es una muestra de la visión del mundo en esta etapa de transición. En ella, la Muerte invita a distintos personajes, de diferentes estamentos sociales, a bailar con ella. Estos se igualan en la muerte, que aniquila al ser humano y lo despoja de sus bienes.
Parece que las danzas de la muerte surgieron en Europa en el siglo XIV, y que se hallan emparentadas con el pesimismo que invadió los últimos años del Medievo por el desastre económico y demográfico que provocó la peste negra.
Finalmente, haremos mención de una trilogía de poemas de protesta y nombraremos a algunos otros autores que realizaron su obra en la segunda mitad del siglo XV.
Marqués de Santillana (1398-1458)
Íñigo López de Mendoza, conocido como marqués de Santillana, aristócrata, latifundista y soldado, jefe del clan mendocino, participaba en conspiraciones contra el condestable Luna, intervino en su caída y cantó su muerte trágica sin pena. Fue, además, un destacado humanista. Reunió en su palacio de Guadalajara una biblioteca amplia con textos latinos y griegos en versiones originales y traducidas, obras modernas y religiosas.
Había estudiado a los clásicos pero también a los poetas provenzales e italianos, la poesía gallego-portuguesa y catalana. Fue un poeta muy culto debido a la influencia del humanismo de la época. Trató de introducir en Castilla los sonetos "al itálico modo" y fórmulas del amor cortés. En su poética se pueden diferenciar tres etapas:
Primera etapa
Es de influencia trovadoresca. Su poesía busca la diversión y una suerte de experimentación. Escribe canciones, decires popularizantes y de arte menor, serranillas líricas y sensuales. En las serranillas narra los encuentros amorosos de él mismo con distintas mozas en el campo.
Segunda etapa
Enrique de Villena, su maestro, había criticado la tendencia de su primera época y le recomienda estudiar poética provenzal y catalana. En esta época su creación es cultista y está dominada por técnicas de la poesía italiana, retórica y con alegorías de los clásicos. Es su época de amistad con Juan de Mena.
Bajo la influencia de Dante, Petrarca y Boccacio, escribe una poesía culta pretendidamente oscura: el Sueño, el Infierno de los enamorados y la Comedieta de Ponza, escrita por el desastre naval del Alfonso V de Aragón en 1435.
Tercera etapa
En esta etapa cambia a una poesía religiosa y moral con convencionalismos de la época. Destacan: Proverbios (1437), "resurgimiento de príncipes", poemas políticos contra Álvaro de Luna, Bías contra fortuna y Doctrinal de privados. A partir de 1438 y hasta el final de sus días escribe cuarenta y dos, los Sonetos fechos al itálico modo, en los que adapta al castellano el endecasílabo italiano.
Juan de Mena (Córdoba 1411- Torrelaguna, Madrid 1456)
Nació en Córdoba en una familia de mediano estado y probablemente de origen converso. Contemporáneo de Santillana, fue tenido por este en estima a pesar de sus diferencias de clase y políticas. Estudió en Salamanca y Roma, conoció la literatura italiana y se puso en contacto con el humanismo renacentista. Mena fue un poeta de la corte. Fue secretario de Juan II y protegido de Álvaro de Luna.
Su composición más célebre en verso es Laberinto de fortuna, también conocida como Las trescientas, datada en 1444. Esta es una de las obras más célebres de su tiempo. Es un conjunto de 297 coplas de arte mayor. En ellas utiliza un lenguaje complejo similar a formas latinas de corte erudito. La obra tiene carácter político. Mediante la alegoría se aborda el tema medieval de la fortuna como fuerza cambiante a la que está sometido el ser humano. Hay, además, influencia de los grandes autores latinos y referencias a personajes clásicos y mitológicos.
La estructura del poema es compleja. El poeta es arrebatado por Belona, quien lo abandona en un desierto. Después será guiado por Providencia, quien le muestra las distintas partes del mundo conocido. Seguidamente ve las tres ruedas de la Historia: pasado, presente y futuro, en el palacio de la Fortuna. Mena dedica esta composición al rey. Su propósito es la creación de un poema nacional y político, de propaganda en favor del condestable Álvaro de Luna.
En 1453 se derroca y muere el condestable y el rey Juan II al año siguiente. Mena escribe su último poema, Coplas contra los Pecados Mortales, lleno de desesperanza. Se trata de una obra con la que el autor quiso llegar a un público más amplio y, por eso, es menos oscura. Continúa la tendencia alegórica y está escrita en octosílabos. En este texto, presenta un enfrentamiento entre la Razón y los siete pecados. Cuando el poeta muere, Gómez Manrique, tío de Jorge Manrique, continúa su obra.
Jorge Manrique (c. 1440-1479). Coplas a la muerte de su padre
Jorge Manrique nació hacia 1440 en Paredes de Nava (Palencia). Fue noble, participó en guerras y luchas políticas. Por ello, fue prototipo de caballero de la época, un poeta soldado. En la lucha sucesoria que tuvo lugar tras la muerte de Enrique IV, defendió a Isabel La Católica y murió en 1479 en una batalla.
Fue autor de poemas cancioneriles de la tradición gallego-portuguesa y provenzal, en los que recogía la temática del amor cortés. En ellos, aparecen el amor como un dios y el poeta como vasallo, de modo que la amada se presenta como inalcanzable, y el amor como cautiverio o locura. Con Manrique se avanza un poco más allá que con Santillana en una visión poética que en España será predominante y exitosa a partir de Garcilaso y cuyos ecos, si bien a lo divino, llegarán hasta San Juan de La Cruz. Con todo, no hay originalidad en la poesía amorosa de Jorge Manrique. Su obra más importante son las Coplas a la muerte de su padre, escritas por el fallecimiento de su padre, Rodrigo Manrique, en 1476.
Coplas a la muerte de su padre
Esta elegía está formada por cuarenta coplas de pie quebrado o manriqueñas, a su vez compuestas por dos sextillas con el siguiente esquema: 8a 8b 4c 8a 8b 4c 8d 8e 4f 8d 8e 4f. La estructura de las coplas va de lo general a lo particular. En primer lugar, se expresan sentimientos e ideas que nos afectan a todos los seres humanos y, finalmente, Jorge Marnqieu enmarca en ellos su dolor. Además, muestra a su padre como un caballero virtuoso. La obra destaca por la emoción contenida y la intensidad expresiva. Además de, tal y como indicaba Antonio Machado, por su intuición profunda de lo temporal.
Asimismo, aparecen tópicos de la época como el poder igualatorio de la muerte, la fugacidad de la vida, la inestabilidad de la fortuna y la pervivencia por medio de la fama. A diferencia de la concepción macabra de la muerte que ofrecen las Danzas, en las Coplas se observa la muerte desde un punto de vista sereno y cristiano, de modo que se opone la vida eterna a la fugacidad de la vida. La eternidad se dibuja, así, como la la única vida verdadera, de manera que se considera que la vida terrenal es el camino para la verdadera vida.
Sin embargo, el autor no desprecia al mundo y reconoce los placeres de la vida humana; por eso hay pena cuando termina la vida. Asimismo, aunque la puerte se dibuja como inevitable, aparece la fama como una vida tercera, una manera de perdurar después de la muerte.
Esa vida de la fama representa valores importantes de la nueva ideología burguesa, humanista. Por ello, se ha considerado a Manrique exponente y precedente de una visión del mundo que se acerca al humanismo que florecerá en España brevemente años más tarde. En contra de lo que sucede con otras obras del momento, el poeta presenta sus ideas a partir de una experiencia personal y emplea un lenguaje sencillo, con lo que anuncia los nuevos gustos y mentalidad del Renacimiento.
Poesía de protesta y otros autores de la segunda mitad del siglo XV
La situación de Castilla en el siglo XV, durante los reinados de Juan II y Enrique IV, está marcada por el conflicto entre monarquía y nobleza, por el estado continuo de casi guerra civil y por la crisis del feudalismo. Todo ello hace que surja una literatura de protesta que ataca a la oligarquía aristocrática y de la que no se salvan de crítica los propios reyes.
Destaca una trilogía de poemas satíricos que ofrecen una panorámica del siglo XV castellano desde distintas perspectivas: Coplas de la Panadera, Coplas de Mingo Revulgo y Coplas del Provincial. Se trata de poesía octosilábica de crítica sociopolítica que quiere llegar a un público extenso. Proliferaron las copias y las persecuciones a estas coplas.
Las Coplas de la Panadera, anónimas, son una consecuencia de la primera batalla de Olmedo (1445), en que las tropas de Juan II y el condestable Luna vencieron al ejército de la nobleza sublevada. Las Coplas de Mingo Revulgo (1464), consideradas como anónimas hasta no hace mucho, son obra de fray Íñigo de Mendoza, poeta franciscano. En ellas dos pastores conversan sobre la mala situación de los ganados, mal gobernados por Candaulo (alegoría de Enrique IV) y por los lobos (nobles y poderosos). Finalmente, las Coplas del Provincial es un violento poema anónimo compuesto entre 1465 y 1474 en el que se critica a los grandes señores castellanos.
Por otra parte, existe otro gran número de poetas, que, durante la segunda mitad del siglo XV, escriben crítica social, estilos cancioneriles y poemas religiosos. Podemos citar a Juan Álvarez Gato, Hernán Mexía y fray Íñigo de Mendoza. Hay también otros poetas religiosos destacados como Ambrosio Montesino, el comendador Román, Diego de San Pedro y Juan de Padilla. Muchos de sus poemas integran el monumental y ya citado Cancionero General, de Hernando del Castillo, publicado de 1511.