La Ilustración nació en Francia con un marcado carácter político, cultural y filosófico. Para los pensadores ilustrados existían tres tipos de orden: político, social y económico. El primero de ellos, el pensamiento político y social , se basaría en:
- La soberanía popular. El poder de gobierno residía en el pueblo y no en la monarquía absolutista. Esta idea fue defendida por Rousseau en su obra El contrato social, en la que defiende que el hombre debe buscar la libertad y, para ello, deben limitar el poder de total del rey. Los ciudadanos darían su libre consentimiento a los gobernantes a través del voto.
- La libertad política fue defendida por Voltaire como base para el bienestar del pueblo. Por ello, proponía la creación de un parlamento con poderes para controlar y limitar el poder del rey. De la misma manera, proponía un sistema justo y racional de pago de impuestos que no recayera únicamente sobre el tercer estado y, de esa manera, se progresara también económicamente. Además, Voltaire defendía la libertad religiosa, repudiando el excesivo poder del clero y el fanatismo e intolerancia.
- División de poderes e independencia de cada uno de ellos: esta fue la principal aportación defendida por el barón de Montesquieu para garantizar igualdad y justicia para toda la sociedad. En su obra El espíritu de las leyes, dividió los poder del Estado en tres: el legislativo, para elaborar las leyes y que residiría en el Parlamento; el ejecutivo, para aplicar las leyes y que sería desempeñado por el Gobierno; y por último, el judicial, que velaría por el cumplimiento y que sería detentado por tribunales de justicia independientes.
El pensamiento económico del periodo de la Ilustración se concretó en dos doctrinas denominadas fisiocracia y liberalismo económico. Ambas se oponían al mercantilismo, ya que esta doctrina basaba la riqueza de un estado en la posesión de metales preciosos, principalmente oro y plata, y su objetivo era el engrandecimiento del rey a través de medios económicos.
Por un lado, la fisiocracia sostenía que la principal riqueza de un estado era la agricultura, porque permitía vivir a sus habitantes, así como el intercambio de productos y la acumulación de excedentes. De esta manera, la industria y el comercio eran consideradas actividades económicas estériles. La riqueza en la fisiocracia se sostenía gracias al trasvase de parte de las rentas de agricultores, es decir, la clase productiva, a las clases improductivas. Como principal teórico de esta doctrina encontramos a François Quesnay (1684-1774), quien expuso las principales ideas fisiocráticas en la obra Tableau économique.
Y, por otro lado, está el liberalismo económico, nacido en Europa en el siglo XVIII que se oponía a la intervención de los Estados en la economía. De la misma manera, abogaba por el libre mercado, la reducción de barreras al comercio y la producción, y el libre cambio de divisas. Esta defensa de la libertad económica y de la propiedad privada tuvo como máximo exponente al economista Adam Smith. La expresión francesa laissez faire, laissez passer (“dejar hacer, dejar pasar”) resume a la perfección la idea principal de esta doctrina.