Durante el Antiguo Régimen, Inglaterra fue una excepción política como consecuencia de la caída del absolutismo y la implantación de un nuevo sistema político (el parlamentarismo) a lo largo del siglo XVII. Desde la Edad Media, el poder de la monarquía en ese reino estaba limitado por dos asambleas: la Cámara de los Comunes, formada por los representantes de las ciudades, que eran fundamentalmente burgueses; y la Cámara de los Lores, compuesta por miembros de la nobleza y del clero.
Entre 1642 y 1688 se desarrollaron dos procesos revolucionarios que, a pesar su diversidad de origen y objetivos, finalizaron con la implantación del parlamentarismo o monarquía parlamentaria en Inglaterra. Los factores que permiten entender estos episodios históricos fueron las siguientes:
- La llegada de una nueva dinastía, los Estuardo, en la persona de Carlos I. Este trató de imponer un estilo de gobierno absolutista basado en el derecho divino, lo que le granjeó la oposición del Parlamento.
- El intento, por parte del monarca, de aprobar nuevos impuestos sin contar con el respaldo del Parlamento.
- La intención, por parte de la nueva dinastía, de implantar de nuevo el catolicismo en Inglaterra, Irlanda y Escocia, unos territorios donde la mayoría de los súbditos eran de confesión protestante.