Este grupo privilegiado estaba compuesto por el clero y la nobleza. Se trataba aproximadamente del 5% de la población pero acumulaban los derechos políticos y la riqueza. Este grupo de privilegio se caracterizaba por la exención de obligaciones, como el pago de impuestos, y diferentes derechos fiscales, como el cobrar rentas e impuestos a los campesinos.
A este grupo privilegiado se accedía, con la excepción del clero, por nacimiento o por una concesión especial del rey. Desde el siglo XVII, se hizo muy habitual la práctica de ascenso nobiliario por parte de individuos burgueses gracias a la compra de sus títulos al monarca.
La nobleza era la propietaria de las tierras y vivía gracias a la renta que estas generaban. Acumulaban riquezas, monopolizaban cargos y títulos y podían vivir en la corte o en las diferentes provincias. Se dividía entre alta y baja nobleza, dependiendo de su riqueza acumulada y el rango de sus títulos.
El clero u oratores vivía principalmente del pago del diezmo por parte del campesinado y de las enormes rentas de explotación que generaba su gran patrimonio territorial. Tenían una vida dedicada a la contemplación y la oración. Este estamento no era tan homogéneo como el de la nobleza. Encontramos diferencias entre el alto clero, procedente las familias más ricas y que disfrutaba de los mismos lujos que la nobleza, y el bajo clero, procedente del Estado llano y que disfrutaba de una vida más modesta.
En la cúspide de la iglesia se encontraba el Papa, y tras él, dos grupos diferenciados:
- El clero regular integrado por las órdenes religiosas de monjes, frailes y monjas. Estos vivían bajo las órdenes de un abad o superior en los conventos y monasterios.
- El clero secular integrado por cardenales, obispos, sacerdotes y párrocos, que atendían a los creyentes en iglesias y ermitas de zonas rurales y urbanas.