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Texto 1

La novela está ya bastante avanzada. La protagonista, Amparo, hace tiempo que trabaja en la Fábrica de Tabacos. Ya es conocida como «la Tribuna», dado que toma con frecuencia la palabra en público, ya sea para leer la prensa a sus compañeras, para arengarlas a propósito de la necesidad de reivindicar mejores condiciones laborales o, incluso, participando en algún acto político. Muerto el padre, ha debido mudarse con su madre a otro barrio más humilde. El fragmento presenta el momento en que Amparo regresa a su antiguo barrio y conversa con su amiga Carmela, que está feliz porque al fin ha conseguido la dote que le permite entrar en un convento.

Lectura

Capítulo XXVIII: Consejera y amiga

[...]

Amparo cogió el tiesto y respiró el perfume de la planta, hundiendo la faz entre las aterciopeladas hojas. La encajera la miraba con sus pupilas siempre melancólicas y serenas.

—Amparo —dijo de pronto...

—¿Eh?... —respondió la Tribuna, sorprendida como si la despertasen de golpe.

—¿Te enfadas si te digo una cosa?

—No, mujer... ¿y por qué me he de enfadar? —contestó fijando sus ojos gruesos y brillantes en la futura concepcionista.

—Pues quería decirte... que por ahí te pusieron un mote.

—¿Un mote?, ¿y es cosa mala?

—Mala... ¡qué sé yo! Te llaman la Tribuna.

—¿Y quién me lo llama?

—Los señoritos... los hombres. Dicen que fue porque el día del convite... no te parezca mal, que a mí me lo contaron así, inocentemente... te dio un abrazo uno de aquellos señores de la Samblea... y que te dijo...

—¡Me llamó Tribuna del pueblo! —exclamó orgullosamente la muchacha—. ¡Ya se ve que me lo llamó!

—¿Y eso qué es, mujer?

—¿Lo qué?

—¿Eso de Tribuna del pueblo?

—Es... ; ya se sabe, mujer, lo que es. Como tú no lees nunca un periódico...

—Ni falta que me hace...; pero dímelo tú, anda.

—Pues es... así a modo de una..., de una que habla con todos, supongamos.

—¿Que habla con todos?... ¿y te lo dijo en tu cara?... ¡El Dulce nombre de María!

—Pero no hablar por mal, tonta; si no es eso... Es hablar de los deberes del pueblo, de lo que ha de hacerse; es istruir a las masas públicas...

—Vamos, como una maestra de escuela... Jesús, si pensé que..., ya decía yo; ¿había de ser tan descarado que se lo encajase allí, sin más ni más? Pero como por ahí se ríen cuando mentan eso...

—¡Bah!..., no tienen que hacer, y velay.

—Y... mira, ¿te digo otro cuento?

—Tú dirás...

—Me contaron..., no tomes pesadumbre, que son dichos... que andaba tras de ti un señorito... de la oficialidá.

—¿Y si anda?

—Y si anda, haces muy mal en hacer caso de un oficial, mujer... A las chicas pobres no las buscan ellos para cosa buena, no y no... Y a las que son pobres y formales no se arriman porque ven que no sacan raja...

—¡Eh! A modo...; no la armemos, Carmela. A mí nadie se arrima por la raja que saque, sino por el aquel de que le gustaré, y vamos andando, que cada uno tiene sus gustos... Hoy en día, más que digan los reacionarios, la istrución iguala las clases, y no es como algún tiempo... No hay oficial ni señorito que valga...

—Mujer, yo no hablé por mal... Te quise avisar, porque siempre te tuve ley, que eres así... una infeliz, un pedazo de pan en tus interioridades... Déjate de políticas, no seas tonta, y de señoritos... Fuera de eso, ¿a mí qué se me importa? Es por tu bien...

Se dispuso Amparo a marcharse, cogiendo debajo del brazo su tarro; pero la afectuosa encajera la quiso abrazar antes.

—No quiero que quedemos reñidas... ¿Vas enfadada? Bien sabe Dios mi intención... Escríbeme a Portomar... Ya te contaré todo, todo.

Y se asomó a la puerta para ver alejarse a la garbosa muchacha, cuyo vestido de percal proyectó, por espacio de algunos segundos, una mancha clara sobre las oscuras paredes de las casas de enfrente.

Emilia Pardo Bazán: La Tribuna, 1883 (Cátedra, 2006, pp. 204-206)

Cuestiones para el coloquio

  1. Dos son los temores de Carmela con respecto a su amiga a Amparo. ¿Cuáles son? Esta la tranquiliza con respecto a ambos, mostrando que son infundados: ¿de qué argumentos se vale? Será interesante observar a lo largo de la novela a cuál de las dos da la razón la trama argumental, y si la protagonista sale airosa o no de su doble utopía.

  2. Con afán de escribir una narrativa lo más aproximada a la realidad, la literatura realista y naturalista puso interés en reproducir el habla coloquial de los personajes. Las marcas de habla coloquial, a la vez que daban sensación de verismo al diálogo, ayudaban a describir a las clases populares en su condición de población alejada de la cultura escrita. ¿Cuál de los dos personajes ofrece un lenguaje más caracterizado en su nivel de lengua popular-vulgar y qué comentarios refuerzan su tipología de personaje «inculto»?

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