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Texto 2

Lectura

La mujer intelectual: formación y estudio

... asoma la alusión temerosa a épocas recientes del pasado donde el estudio no iba asociado necesariamente con la religión, ni era considerado como un adorno más en el ajuar que la mujer aportaría un día al matrimonio. Ahora se recomendaba la prudencia en el estudio, como si se tratara de una droga peligrosa que hay que dosificar atentamente y siempre bajo prescripción facultativa. A los primeros síntomas de que empezaba a hacer daño, lo aconsejable era abandonarla. Y el primer aviso de tales síntomas, aunque en la práctica resultara difícil de detectar por su carácter abstracto, nuestros Consejeros de la Salud Pública femenina lo hacían coincidir con el más leve menoscabo de aquellas exquisitas esencias tan traídas y llevadas de la feminidad.

«No nos parece mal este avatar que transforma a la inútil damisela encorsetada en compañera de investigación. Pero nadie más que a ella es necesario un freno protector que la detenga en el momento en que una desaforada pasión por el estudio comience a restar a su feminidad magníficos encantos... Nos asusta tanto para mujer propia o simplemente para amiga leal la mujer que calla sin atreverse a formular controversia como aquella otra que sabe tanto como nosotros y no nos mira con admiración cuando le explicamos un tema de mecánica o geopolítica. Y, puestos a elegir, preferimos a aquella callada y silenciosa, que nos considera maestros de su vida y acepta el consejo y la lección con la humildad de quien se sabe inferior en talento».

De forma bien tajante lo había establecido Pilar Primo de Rivera en su catecismo particular. A las que pretendieran surcar los aires del saber con vuelo tan seguro y ambicioso como el del varón convenía cortarles las alas.

«Las mujeres nunca descubren nada: les falta desde luego el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo que los hombres han hecho».

Carmen Martín Gaite: Usos amorosos de la postguerra española, 1987 (Anagrama, 1990, p. 68)

Cuestiones para el coloquio

  1. Relacionad este fragmento con el texto 2 y el texto 3 de Entre visillos. 

  2. ¿Por qué no se consideraba «femenino» el estudio? ¿Cuáles eran las desventajas con respecto a la asunción de roles que debían asumir hombres y mujeres durante el franquismo?

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