El sentimiento que mueve el mundo
Sobre el amor se ha hablado tanto... la literatura ha hecho correr ríos de tinta para tratar el tema del amor a pesar de lo personal que es hablar de lo que se siente. A lo largo de la historia de la literatura la concepción del amor ha ido cambiando. En la Edad Media el corazón se convirtió en el símbolo del amor. En esta época se hablaba del amor cortés: el caballero tenía que cortejar a la dama y había unos pasos que seguir (mirarse, hablar, acariciarse y, por último, besarse). Con el paso del tiempo, el amor en la literatura se ha tratado como un sentimiento muy intenso y contradictorio que puede provocar emociones tan dispares como ilusión o sorpresa pero también dolor y tristeza.
Este sentimiento de afecto hacia otra persona no solo se limita a las relaciones estándares de pareja porque, cuando hablamos de amor, no podemos dejar fuera el cariño que le tenemos a nuestros padres, a nuestros amigos e incluso a nuestras mascotas.
A continuación, vamos a leer algunos textos que tratan sobre este tema para poder ver qué matices tiene cada uno:
Amor libre
En el Quijote se cuenta la historia de la pastora Marcela. Grisóstomo la pretendía pero, tras el suicidio de este, Marcela hace un alegato sobre la libertad para poder elegir a quién amar. En la actualidad, elegir a quién amar nos puede parecer normal pero no podemos olvidar que no siempre ha sido así:
El verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza? […] Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos […] no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito. El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de amar por elección es excusado […]. Yo, como sabéis, tengo riquezas propias, y no codicio las ajenas.
Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha. Editorial: SM.
Amor contradictorio
María de Zayas y Sotomayor fue una autora del Barroco. Como otros autores de este época como Quevedo o Lope de Vega, escribió un soneto sobre el amor como una eterna contradicción:
Amar el día, aborrecer el día,
llamar la noche y despreciarla luego,
temer el fuego y acercarse al fuego,
tener a un tiempo pena y alegría.
Estar juntos valor y cobardía,
el desprecio cruel y el blando ruego,
tener valiente entendimiento ciego,
atada la razón, libre osadía.
Buscar lugar en que aliviar los males
y no querer del mal hacer mudanza,
desear sin saber que se desea.
Tener el gusto y el disgusto iguales,
y todo el bien librado en la esperanza,
si aquesto no es amor, no se que sea.
María de Zayas y Sotomayor. Aventurarse perdiendo. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Amor completo
Luis Cernuda es uno de los poetas que mejor ha retratado el sentimiento amoroso. Hemos seleccionado el final del poema "Si el hombre pudiera decir..." ya que el autor confiesa que el amor que siente justifica su existencia:
[...]
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Luis Cernuda. Los placeres prohibidos. Editorial: Cátedra.
Amor pasional
Federico García Lorca escribió un drama en Bodas de sangre. En esta historia, la Novia celebra su boda pero, en un momento dado de la historia, se escapa con Leonardo, un antiguo novio que tuvo. Este fragmento es el momento en el que están huyendo y son perseguidos por la familia del Novio.
NOVIA:
¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
He dejado a un hombre duro
y a toda su descendencia
en la mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo
y no quiero que lo sea.
¡Déjame sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda.
LEONARDO:
Pájaros de la mañana
por los árboles se quiebran.
La noche se está muriendo
en el filo de la piedra.
Vamos al rincón oscuro,
donde yo siempre te quiera,
que no me importa la gente,
ni el veneno que nos echa.
(La abraza fuertemente.)
Federico García Lorca. Bodas de sangre. Editorial: Cátedra.