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Recursos del lenguaje

Jugar con las palabras

Las palabras son las herramientas básicas de los poetas. Los autores son conscientes del poder evocador de las palabras y juegan con ellas para darle expresividad a sus textos y provocar emociones en el lector. Para los escritores es importante lo que se dice pero, por supuesto, también cómo se dice. Esto les hace tener su propio estilo. Sin embargo, usar el lenguaje como una provocación no solo lo hacen los poetas. Nosotros mismos en nuestra vida cotidiana usamos muchos recursos para que nuestras palabras tengan la fuerza que queremos. En muchas ocasiones, le damos un significado connotado al significado real que tiene la palabra, es decir, que usamos una palabra más allá de su significado. Por ejemplo, cuando decimos que alguien «habla por los codos», lo que queremos decir no es que tenga bocas en los codos sino que habla mucho. 

Los recursos del lenguaje son como pequeños juegos con las palabras. No entraremos en detalle sobre las distintas figuras literarias que podemos encontrar en los poemas pero sí haremos una clasificación de los recursos que podemos encontrar según su tipología:  

  • Fónicos: si se juega con los sonidos como sucede en los trabalenguas. 
  • Sintácticos: si se juega con la estructura de las frases desordenándolas, repitiéndolas, haciendo una lista...
  • Semánticos: si se juega con el significado de las palabras comparando, exagerando, asociando u oponiendo ideas...

El uso creativo del lenguaje lo hacemos desde que somos pequeños. Cuando jugamos estamos creando con nuestra imaginación cosas que tienen cierto parecido con la realidad. Por ejemplo, al coger una escoba de barrer y usarlo como si fuera un caballito, o usar dos piedras como portería o una montaña de arena para hacer un castillo estamos construyendo metáforas, es decir, estamos jugando con el significado de las palabras. También hacemos comparaciones cuando algo nos recuerda a otra cosa: si decimos «he dormido como un bebé» es porque hemos dormido mucho y muy tranquilos. Seguramente, en algún momento hayamos usado una hipérbole, es decir, una exageración diciendo, por ejemplo, «que me muero» ante una situación en la que sabíamos que la muerte no estaba cerca. 

Como podemos ver, los recursos del lenguaje no se usan solo en la poesía pero está claro que los escritores del género lírico saben jugar bien con las palabras para conseguir transmitir de forma llamativa y peculiar los sentimientos, ideas o emociones que vuelcan en sus poemas. 

¿Cómo podrías describir esta imagen si no es usando recursos literarios?

Dibujo creativo: bombilla con un corazón dentro
Pixabay / Cdd20. Enciende el corazón (Pixabay license)

Cocinar metáforas

Siguiendo el libro de Mar Benegas y Carlos Rubio A juego lento, vamos a cocinar metáforas. Se trata de pensar en cosas que nos recuerdan a otras y que nos sugieren una imagen. Por ejemplo, cuando decimos «el tiempo es oro», estamos haciendo una metáfora porque le estamos dando al tiempo el mismo valor que el oro, es decir, que consideramos que tanto el oro como el tiempo son muy valiosos. Iremos paso a paso: en primer lugar, haremos una lista de comparaciones y, después, quitaremos las palabras comparativas (como, más... que, parece...) para conseguir una metáfora. 

  • Lista de comparaciones: en primer lugar vamos a hacer una lista con las comparaciones. Podemos empezar por completar esta lista y añadir las que se te ocurran:  
    • La primavera es como...
    • Llueve como...
    • Más fuerte que...
    • El mar es como...
    • La luna está como...
    • Las estrellas son como 
    • Vas despacio como...
    • Tan alta como...
    • ...
  • De la comparación a la metáfora: a continuación, vamos a transformar nuestras comparaciones en metáforas. Tenemos que quitar las palabras que sugieren una comparación (como, más... que, parece...) y poner directamente el verbo ser. Veamos un ejemplo: 

Si una de mis comparaciones es La felicidad es como una merienda con mis amigos, para convertir esta comparación en una metáfora quito la palabra como y me queda una metáfora estupenda: la felicidad es una merienda con mis amigos.