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Subgéneros

Literatura que enseña

Cualquier texto puede servirnos para aprender algo: desde las instrucciones de una receta para hacer un pastel a un videotutorial en el que nos explican cómo tocar la guitarra. En general, aprendemos con textos no literarios pero la literatura también se pone al servicio de la enseñanza y, en ocasiones,  incorpora fines didácticos. Es muy probable que hayamos aprendido algo leyendo un cuento o una novela, aunque la intención con la que se crearon no fuera específicamente didáctica. Por ello, toda la literatura podría estar dentro del género didáctico pero nos centramos en estos subgéneros ya que la intención con la que fueron creados es precisamente enseñar. A continuación veremos los subgéneros del género didáctico.

Fábula

Son composiciones literarias breves en las que los protagonistas son generalmente animales con rasgos humanos. Pueden estar escritas en verso o en prosa y se caracterizan por tener una intención didáctica o crítica que se resume en la moraleja final. Esta moraleja suele hacernos reflexionar sobre las cualidades o defectos de los seres humanos y las consecuencias de las cosas que hacemos. Son muy famosas la de la liebre y la tortuga o esta de la cigarra y la hormiga: 

Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. La cigarra y la hormiga (Licencia de YouTube estándar)

Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo y sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
le dijo: "Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste Cigarra,
que, alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme,
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo"
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
"¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?"
"Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento"
"¡Hola! ¿con que cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo."

Ilustración de la cigarra y la hormiga
Pixabay / Elf Moondance. La cigarra y la hormiga (Pixabay License)

Ensayo

Son textos en prosa en los que los autores exponen sus ideas sobre un tema determinado. Generalmente, se aportan pruebas y provocan comentarios y reflexiones. Pueden servir para tratar temas diferentes con intención de divulgar nuevas ideas o contrastar falsas creencias. En los ensayos, los autores dan una serie de razones o argumentos para convencer al lector.

Cuentos

A veces los cuentos tradicionales tienen una enseñanza escondida. Por ejemplo, en "Caperucita roja" nos enseñan a no adentrarnos solos en el bosque o no fiarnos de lo que nos diga la primera persona con la que nos cruzamos. No es necesario que haya una moraleja explícita para poder extraer un aprendizaje. Muchos autores han aprovechado la brevedad y la concisión del cuento para transmitir una enseñanza. Así, encontramos obras como El conde Lucanor, en la que, a través de cuentos que le va contando su maestro Patronio, el conde Lucanor aprende a estar atento y poder reaccionar bien ante distintas situaciones de la vida. 

Teatro

El género dramático, gracias a su condición de ser un texto que se representa ante un público, también ha servido en ocasiones para ser un vehículo con el que transmitir algunos saberes o provocar la reflexión de los espectadores. De hecho, en el siglo XVII, Leandro Fernández de Moratín escribió El sí de las niñas, en la que criticaba la educación que recibían las mujeres jóvenes y también la práctica de los matrimonios concertados. En este fragmento podemos leer un parlamento del protagonista de la obra, don Diego, reflexionando sobre la educación: 

DON DIEGO: Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas después de que estén instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal de que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo. 

Leandro Fernández de Moratín. El sí de las niñas. Cátedra

De fábula

En este ejercicio vamos a buscar una fábula en internet. Cuando hayamos encontrado la fábula que más nos gusta, haremos las siguientes actividades: 

  • Escribe la fábula.
  • Haz un dibujo para ilustrarla. 
  • Por parejas, grabaremos un audio contando la fábula y, después, las escucharemos todas en clase. Tened en cuenta que es importante que se note bien quién es el narrador y cuáles son las voces de los personajes. Además, podemos incorporar otros sonidos para ambientar la grabación. 
Ficha «De fábula»
Isabel Cortijo Delgado. De fábula (CC BY-NC-SA)

Aquí puedes descargar la ficha en PDF.

El niño que pudo hacerlo

Vamos a leer una adaptación de un cuento extraída de la recopilación de Cuentos para entender el mundo, de Eloy Moreno. ¿Qué enseñanza podemos sacar de esta historia?

El niño que pudo hacerlo

Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.

Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas. Golpeó, golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.

A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.

Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.

-Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente. ¿Cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.

Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.

-Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.

-¿Cómo? -respondieron sorprendidos.

-No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

Academia Play / Eloy Moreno. El niño que pudo hacerlo (CC BY)