El nacimiento del ensayo en Occidente
En el mundo clásico grecolatino, donde el desarrollo de las artes y las ciencias fue esplendoroso y en el que la oratoria tenía un gran peso, encontramos ya un antecedente de este género, sobre todo a modo de discurso. Así, los oradores de estos siglos daban charlas en las que argumentaban y divagaban de forma subjetiva, fundamentada y retórica sobre los temas más diversos. Sin embargo, no será hasta un milenio después de la desaparición del Imperio romano de Occidente cuando se escriban los primeros ensayos modernos.
Como sabrás por tus estudios de Historia y Literatura, la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna es a la vez causa y consecuencia de un cambio de mentalidad fundamental: la sociedad pasa de una concepción del mundo teocentrista a otra antropocentrista. Esto no quiere decir que los europeos del siglo XVI fueran menos religiosos que sus antepasados, sino que reformularán su visión a partir de una idea del hombre revolucionaria: los humanos son superiores al resto de criaturas y deben ocupar el centro del mundo porque están hechos a imagen y semejanza de Dios. Lo que nos distingue del resto de seres vivos y nos aproxima a Dios es una cualidad concreta: la Razón. ¿Por qué? Porque la razón es precisamente lo que nos permite conocer la existencia de Dios e intentar imaginar y comprender su perfección, su bondad, su belleza o su infinitud. Nunca llegaremos a entenderlo del todo ni a ser como Dios, pero la simple capacidad de concebirlo en nuestra mente nos permite intentar imitarlo y acercarnos a su ejemplo.
Al movimiento intelectual que surgió con esta mentalidad antropocentrista lo llamamos Humanismo y se caracteriza por poner al hombre y la razón en el centro del mundo. Este es, sin duda, el germen del desarrollo de la ciencia y la tecnología modernas, así como del individualismo que continúa, cada vez más exacerbado, en nuestros días.
Los pensadores renacentistas, como Erasmo de Roterdam o Juan de Valdés, empapados de aquel impulso individualista y racionalista, comenzaron a cultivar este género de reflexión personal y libre a principios del siglo XVI con obras cuyas características no son iguales, pero sí muy próximas a lo que hoy llamamos ensayo. Sin embargo, se considera padre del género al hombre que acuñó el término por primera vez: Michel de Montaigne, quien publicó sus Essais (Ensayos) en 1580.
ACTIVIDAD Lee el siguiente fragmento del siglo XVI y responde:
Un antiguo, Menandro, llamaba feliz a quien había podido encontrar siquiera la sombra de un amigo. No le faltaba en absoluto razón, sobre todo si había experimentado alguno. Porque en verdad, si comparo todo el resto de mi vida –aunque, con la gracia de Dios, la haya pasado dulce, dichosa y, salvo la pérdida de un amigo así, exenta de grave aflicción y llena de tranquilidad de espíritu, pues me he dado por satisfecho con mis bienes naturales y originales, sin buscar otros– si la comparo toda, digo, con los cuatro años que me fue concedido gozar de la dulce compañía y del trato de este personaje, no es más que humo, no es sino una noche oscura y enojosa […] No hay acción ni imaginación en que no le eche en falta, como también él me habría echado en falta a mí. En efecto, de la misma manera que me superaba infinitamente en toda otra capacidad y virtud, lo hacía también en el deber de la amistad. Michel de Montaigne. "La amistad", en Ensayos (Capítulo XXVII) |