Después de la Primera Guerra Mundial...
Tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Europa estaba destruida tanto física como moralmente. Las consecuencias económicas y la tensión internacional no eran propicias para la recuperación que los países participantes necesitaban.
Por un lado, Rusia vivió en 1917 la llamada revolución bolchevique que terminó en la creación de la llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Lenin y Stalin, principalmente, instauraron el sistema dictatorial comunista que supuso el control político de la economía y la sociedad por parte del dictador, llegando a la supresión de la propiedad privada.
Por otro lado, en otros países de Europa, este hecho provocó el crecimiento de opciones de gobierno contrarias a la comunista: la expansión y apoyo paulatinos de partidos fascistas en diferentes países como Italia o Alemania. El fascismo nació en Italia de la mano de Benito Mussolini, que llegó al poder en 1922. Este concepto se generalizó rápidamente a todos los movimientos totalitarios de extrema derecha que surgieron en Europa en el periodo de entreguerras. Un ejemplo claro de esta expansión es la llegada al poder en 1933 de Adolf Hitler con el partido nacionalsocialista en Alemania.
Paralelamente a esta situación política, a mitad de la década de los años veinte, hubo una mejora de las condiciones económicas que hizo que la tensión internacional se relajara. Esta época es conocida como los felices años veinte. Al final de esa misma década, se produjo un desastroso hecho económico que alteró la situación aparentemente pacífica: el conocido como "crac del 29" en la Bolsa de Nueva York, la más importante del mundo. Se produjo una profunda crisis económica en la década de los años treinta, que dio paso a un nuevo crecimiento de la tensión internacional y que fue un caldo de cultivo perfecto para el desencadenante de la Segunda Guerra Mundial en 1939.