Destacan tres tipos de novelas durante el novecentismo: novela lírica, novela intelectual y novela humorística.
En la novela lírica resalta Gabriel Miró, cuyas obras se parecen a la prosa modernista, pero buscan la perfección formal. Nuestro Padre San Daniel es una de sus obras más importantes y es un ejemplo de cómo la acción no tiene un papel tan central como la musicalidad o la sensorialidad.
La novela intelectual está representada en el periodo por Ramón Pérez de Ayala, cuya obra más conocida es Belarmino y Apolonio. Aborda el problema de la imposibilidad de comunicación de los seres humanos. En Luna de miel, luna de hiel se trata el tema de la educación sexual de los adolescentes.
La novela humorística está representada por Wenceslao Fernández Flórez y Las siete columnas, que hace referencia al concepto cristiano de los siete pecados capitales e imagina un mundo en el que no existieran. No se puede olvidar el papel de Ramón Gómez de la Serna, que escribió novelas como El torero Caracho, en la que realiza una distorsión de las corridas de toros.