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Rasputín, un monje en la corte imperial

Rasputín, un monje en la corte imperial

Grigori Rasputín es uno de los personajes más llamativos e intrigantes de esta época. Se trataba de un místico semianalfabeto que consiguió el favor de la zarina Alejandra. Nicolás II y su esposa tuvieron cinco hijos: cuatro niñas y el zarévich Alexis, benjamín de la familia y heredero a la corona. Ahora bien, este padecía una enfermedad hereditaria por vía materna, la hemofilia, pues su madre era nieta de la reina Victoria de Inglaterra. Por tanto, su salud siempre fue muy delicada, de tal modo que fue criado entre algodones. En esas circunstancias, llegaron a oídos de la zarina rumores sobre un monje que era capaz de curar lo incurable. Así fue como Rasputín entró en la corte imperial, donde sus cuidados parecían sanar temporalmente al zarevich. Tanto los éxitos como la personalidad del monje cautivaron completamente a Alejandra. De hecho, en la celebración de los trescientos años de la dinastía Romanov (1913), Rasputín ocupó un lugar de privilegio en la ceremonia. Sin embargo, la nobleza de la corte no podía tolerar que un personaje de tan bajo nivel social tuviera esa influencia sobre los zares.

Rasputín con sus admiradoras en 1914
Wikimedia Commons/Karl Bulla. Rasputín con sus admiradoras en 1914 (Dominio público)

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Rasputín fue acusado de espía alemán en connivencia con la zarina, pues Alejandra era alemana. Entonces, el príncipe Yusupov y otros miembros de la nobleza urdieron un plan para asesinarle en diciembre de 1916. Lo invitaron a cenar y le dieron cianuro con el vino. Pero como Rasputín no caía, terminaron disparándole. Finalmente, creyéndole muerto, lo arrojaron al río Neva, apareciendo congelado en sus aguas días después. La autopsia determinó que había muerto ahogado.