Muy romanos, un poco germanos y una pizca árabes
Pixabay/ Wakerssk. Alhambra de Granada (Pixabay License)
La sangre norteafricana corre por las venas de muchos españoles, no hay duda. Por ello, mención aparte en la historia de nuestra lengua, merece la influencia que tiene del árabe. Como seguramente sabrás, los pueblos del norte de África invadieron la Península ibérica en el año 711 d. C. y permanecieron en ella ocho siglos hasta su expulsión definitiva en 1492.
Tradicionalmente este periodo se ha llamado Reconquista, término que a veces nos impide ver la rica realidad de convivencia entre culturas que se influyeron mutuamente y se mezclaron durante siglos en en el medievo ibérico. Las guerras fueron abundantes, pero también los periodos de paz. Además, no pensemos que los conflictos y batallas eran siempre de cristianos contra musulmanes: los reinos cristianos guerreaban entre sí, los musulmanes también y, además, a veces había alianzas entre unos y otros. En definitiva, parte de la población tenía formas de vida híbridas y eso también se reflejó en la lengua.
Se calcula que el castellano actual atesora en torno a cuatro mil palabras de origen árabe, aparte de un sufijo usado para gentilicios: la -í de andalusí, iraní, sefardí, marroquí, etc. Además, las lenguas romances peninsulares utilizan una curiosa interjección árabe que convoca la voluntad del dios musulmán: ¡Ojalá!
Como los germanismos, los arabismos son especialmente abundantes en ciertos campos semánticos, seguramente porque su cultura fue muy avanzada en esos ámbitos durante la Edad Media:
- Agricultura y comercio: berenjena, zanahoria, alcachofa, aljibe, acequia, azúcar, almacén, aduana, algodón, azafrán, alacena, etc.
- Construcción: adoquín, alféizar, alcantarilla, alicate, almena, alquiler, albañil, etc.
- Gobernanza: alcalde, alguacil, alférez, almirante, etc.
- Matemáticas: álgebra, cifra, cero, algoritmo, etc.
¿Sabías que...? → Muchas lenguas europeas se llenaron de arabismos por el intercambio comercial de productos con el norte de África. Estos productos normalmente llegaban al continente a través de las penínsulas ibérica e itálica. Curiosamente, los que entraron por Castilla frecuentemente tienen una marca: empiezan por a- o al-, que era el determinante del árabe y que se quedó pegado a la palabra. Lo vemos en un ejemplo reconocible: la palabra al-sukar dio en castellano azúcar, en portugués açúcar y en gallego azucre, pero en otras lenguas europeas tenemos ejemplos como zucchero (italiano), sucre (francés), zucker (alemán), sugar (inglés) e, incluso, el catalán sucre. |