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Las lenguas se salpican

Como hemos dicho, las sociedades bilingües, diglósicas o plurilingües abundan; son más infrecuentes los contextos con una sola lengua. Y, ya sabéis: en la vida, todo se pega. Cuando dos o varias lenguas conviven en una misma sociedad, siempre se salpican las unas a las otras, se les pegan cosas. Lo más común es el contagio de léxico, la influencia en la gramática es más infrecuente y lenta. Veamos ejemplos:

Una asipradora sobre una alfombra.
Pixabay/ jarmoluk. Vacunar la carpeta (Pixabay License)
  1. Préstamos léxicos: las lenguas se transfieren palabras entre ellas, por contacto o porque sean neologismos para designar nuevas realidades. Todas las lenguas están llenas de palabras que han tomado de otras, es un ciclo sin fin. Hoy, por ejemplo, el inglés, al ser la lengua de la potencia más grande, salpica sus palabras por todo el mundo (hall, internet, tuit, etc.), pero durante siglos ella se llenó de palabras del latín que, como hemos dicho, fue la lengua del Imperio romano y la lingua franca de Europa durante dos milenios. Como veremos en recursos posteriores, el vocabulario del español, aunque tiene base latina, también está muy nutrido de otras lenguas europeas (guerra, chófer, escopeta, kiosko, pandemia, mermelada, morriña, capicúa), del árabe (alféizar, turrón, ojalá) y de las lenguas amerindias (tiza, tomate, cóndor).
  2. Calcos semánticos: se toman palabras, frases y expresiones enteras de otra idioma, como el ejemplo de play a role (inglés), jouer un rôle (francés) y jugar un papel (español). Esto está sucediendo mucho en el español de Estados Unidos, país con alrededor de 50 millones de hispanohablantes. Allí el español está en situación de diglosia, puesto que la lengua de prestigio y dominante es el inglés. Por ello, estos hispanohablantes tienen una enorme densidad de préstamos, calcos y, en definitiva, interferencias del inglés en su español. Podemos encontrar expresiones como vacunar la carpeta (aspirar la alfombra), calcado de vacuum the carpet. Pero, ¡ojo!, aquí viene la ironía: tanto vacuum como carpet son préstamos de origen latino que el inglés incorporó en distintos momentos de su historia. Un ejemplo que se ha extendido enormemente en los últimos 20 años es remover: esta palabra en español significaba darle vueltas a una mezcla de elementos y, ahora, por calco del inglés to remove, también significa quitar algo de algún sitio.

Para cerrar este capítulo, volvamos a llamar la atención sobre prejuicios lingüísticos que circulan por doquier: todas las lenguas del mundo tienen préstamos léxicos de otras. Todas, todas, todas. Si tienen muy pocos, lo más seguro es que sean lenguas muy aisladas y con un léxico reducido, como algunas lenguas amazónicas de tribus recónditas. Tomar palabras de otros idiomas es un mecanismo universal de las lenguas para crear vocabulario, no podemos juzgarlo como una marca de inferioridad.

¡Avalancha de neologismos!

Si una lengua está viva y muy viva, se adaptará a las nuevas necesidades de vocabulario de sus hablantes en tiempo real. Hace 25 años en España prácticamente nadie tenía internet ni móvil. Por supuesto los móviles con internet no existían, eran solo teléfonos portátiles del tamaño de un ladrillo. La tecnología smart, las aplicaciones, las pantallas táctiles, las cámaras digitales... no había nada de eso, ¡nada de nada! Un ordenador era casi un mueble, un trasto que ocupaba medio metro cúbico y servía para escribir texto, hacer bases de datos o cuentas y... no mucho más. La música se escuchaba en CDs o en la radio, los mapas y libros eran de papel, las fotos se colgaban de una pared; quedábamos por teléfono (fijo) y hablábamos en persona; buscábamos información en bibliotecas ¡o preguntando!; costaba un dineral llamar a otro país, incluso a otra provincia y veíamos series en la televisión en familia: un capítulo a la semana que, si no llegabas, te perdías para siempre. En fin, otro mundo muy distinto del de hoy... ¿Te lo puedes imaginar?

Es imposible imaginarlo del todo si no lo has vivido, pero a ver si logras este otro reto: intenta identificar y apuntar todas las palabras que oyes o pronuncias a lo largo del día que designen las nuevas realidades, es decir, que no existieran hace 25 años. Anota esa lista en tu cuaderno distinguiendo préstamos de calcos, e intenta pensar o investigar de dónde provienen todos esos neologismos (sustantivos, verbos, adjetivos, etc.) que no estaban en nuestra lengua a finales del siglo XX y que han llegado como una ¡avalanchaaa!