En el recurso anterior ya hemos aprendido el concepto desustrato prerromanoy hemos hablado de él, enfocándonos específicamente en su influjo sobre el castellano. Ahora lo haremos para abordar la diversidad lingüística actual de nuestro país.
Antes de la invasión romana en el año 219 a.C., la península ibérica fue habitada por numerosos pueblos. Según lo que sabemos, todos menos el vasco eran de origen indoeuropeo y hablaban diversas lenguas. Todas aquellas lenguas prerromanas o paleohispánicas, menos la vasca, se perderían con la romanización. Como vimos, encontramos su huella en un limitado número de vocablos y nombres que han perdurado en el léxico del castellano y de otras lenguas peninsulares.
Sin embargo, las distintas zonas lingüísticas que conquistaron los romanos también tuvieron otra consecuencia relevante para nosotros: su efecto en el latín vulgar es la simiente de la diversidad de lenguas romances en que terminaría fragmentándose la lingua franca del Imperio en nuestro país.
Piensa
¿Se te ocurre algún otro ejemplo histórico en el que una lengua conquistadora de grandes territorios desarrolle distintos dialectos, en parte, por la diversidad de sustratos que encuentre en sus conquistas?
Un ejemplo paradigmático para nosotros, hispanos, es, precisamente, la hispanización en América. En ella encontramos multitud de dialectos del español impregnados por el léxico o la sonoridad de sus correspondientes sustratos lingüísticos amerindios.
Romanización y fragmentación
Como ya vimos, la romanización es el proceso de asimiliación paulatina de la cultura, las leyes, las costumbres y la lengua del Imperio romano por los habitantes de los territorios conquistados. Las zonas del Imperio que culminaron este proceso de asimilación cultural casi por completo fueron aquellas en las que todavía hoy día se hablan lenguas romances, es decir, variedades evolucionadas del latín. ¿Sabes cuáles son? En España solo encontramos una excepción, que es el vasco, todas las demás lenguas son latinas: castellano, gallego y catalán; más adelante mencionaremos también el asturleonés, el navarroaragonés y el ya desaparecido mozárabe. Fuera de nuestro país encontramos, entre otras, el portugués, el francés, el rumano y el italiano.
En la península ibérica, las diferencias entre las variedades romances tienen que ver con tres momentos históricos:
La propia romanización: el latín vulgar que trajeron los soldados a Hispania en el siglo III a.C. convivió durante largo tiempo con las lenguas aborígenes que hablaban los pobladores locales (celta, íbero, tartesio, vasco, etc.). Esta situación de diglosia influyó en el latín de cada zona, marcándolo con características dialectales diferenciadas. Además, algunas regiones, como Galicia, fueron romanizadas de forma tardía y otras, como parte de la cornisa cantábrica, lo hicieron con menor intensidad. Reflejo de ello es la conservación del vasco.
La invasiones bárbaras: cuando el Imperio romano de Occidente cae en manos de los pueblos germánicos del norte de Europa durante el siglo V d.C., a pesar de que estos conquistadores se romanizarán en toda la zona sur del continente, el latín deja de ser la lengua de un solo ente político y comenzará a fragmentarse con mayor rapidez. Dicho de otra forma: la atomización política se verá reflejada también en la atomización lingüística.
La Reconquista:tras la invasión de la península por los árabes en el año 711 d.C., quedarán algunos reductos de resistencia hispanogoda cristiana precisamente en la cornisa cantábrica. Será desde esa zona -recordemos: menos romanizada- desde donde empezarán a reconquistar territorios hacia el sur que, a lo largo de los siglos, se convertirán en reinos. Las fronteras de estos reinos, con el tiempo, serán también fronteras lingüísticas para las diferentes variedades romances.
Piensa
Teniendo en cuenta lo que acabamos de exponer, ¿qué impacto crees que tiene la geografía y, concretamente, la orografía, en las fronteras políticas y lingüísticas?
Cuando estudiamos historia política y lingüística de la península ibérica, vemos claramente el papel determinante que ha tenido su orografía: lo remoto de Galicia, lo inexpugnable de la cornisa cantábrica, las fronteras naturales de los grandes ríos y, por su puesto, de los Pirineos.