¿De dónde viene el lenguaje humano?
¿Alguna vez te has preguntado de dónde viene nuestro lenguaje? ¿Te has parado a pensar en lo maravillosa y extraña que es nuestra capacidad de hablar? El lenguaje humano es distinto a todo el resto de lenguajes que existen en el mundo porque también lo es la propia especie: aunque nos parecemos en muchos sentidos a otros animales, hay varios aspectos en los que somos raros. Es bastante extraño que, por ejemplo, usemos ropa y nos cocinemos la comida; o que tengamos una cierta preferencia por mantener relaciones sexuales mirándonos a la cara. Y, por supuesto, tampoco es muy normal nuestra inclinación por aniquilarnos los unos a los otros en crueles guerras o asesinatos.
Efectivamente, somos raros dentro del reino animal. Y también lo es nuestro lenguaje, que se diferencia radicalmente de todos los demás (no solo animales, sino también de inteligencia artificial) en una curiosa artimaña: la mentira. El salto fundamental que da el cerebro de nuestra especie y que tiene su manifestación más clara en el lenguaje es la capacidad de imaginar, crear y hablar de cosas que no existen más que en nuestra cabeza. Los animales con códigos lingüísticos sofisticados, como los grandes primates, no pueden comunicar nada que no esté directamente estimulado por la realidad sensorial que perciben. Nosotros sí, nosotros creamos mundos enteros con nuestra cabeza y nuestras palabras. Nunca veremos a un chimpancé utilizar su lengua de primate para elaborar algo como esto:
Por las ramas del laurel
vi dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
«Vecinita», les dije,
«¿dónde está mi sepultura?»
«En mi cola», dijo el sol.
«En mi garganta», dijo la luna.
(Extrato del poema Casida de las palomas oscuras de Federico García Lorca)
El lenguaje de las personas no es repetitivo y automático, como el de otros seres vivos que, sencillamente, encadenan mensajes preestablecidos con significados como "comida aquí" o "peligro". Lo extraordinario de las lenguas humanas es que, con un código regido por un puñado de reglas sencillas (la gramática) y un vocabulario básico, podemos hacer infinitas frases y expresar todo. Tú puedes inventar ahora mismo una oración de diez palabras y lo más seguro es que sea la primera y última vez en la vida que te topes con ella. A esta característica se la conoce como la recursividad del lenguaje y, junto con la capacidad para inventar y mentir, conforma la esencia distintiva de las lenguas humanas.